¿Qué tipo de socio es México para EU y Canadá? / Análisis Carlos Alberto Martínez

¿Qué tipo de socios y vecinos queremos ser ante EU y Canadá?, vale la pena hacerse esta pregunta para definir si la política económica se mantiene dentro de la irreversible tendencia a la apertura económica de la región de Norteamérica o se cierra, perdiendo la oportunidad de ser actores en la nueva composición geoestratégica global.

Y es que, mientras, se promueve la libre empresa y la apertura comercial, que nos tiene en la posición de venderle sólo a EU: 360,000 millones de dólares anuales, cifra superior a lo que Alemania, Inglaterra y Francia le venden juntos; por el otro lado, se busca promover un mercado económico energético cerrado y monopolizado por el Estado. No va a ser posible decirle a este tamaño de socios: abre tus puertas a nuestros productos del campo y manufactureros e incluso a nuestra gente, mientras por la otra parte se les cierra la puerta a sus inversiones en los mercados de combustibles y de energía eléctrica. Tarde o temprano esta sociedad tendrá serias dificultades para explicarse cómo, en economía, para unas cosas sí los queremos y para otras no. La lógica económica hará insostenible la ambigüedad. Así, por ejemplo, el gabinete económico y la SER se mantienen haciendo un notable esfuerzo por conservar la posición inmejorable que tiene nuestro país en pro de todos los mexicanos que, a través de las relaciones económicas con Canadá y EU, se benefician con empleos formales y temporales, remesas, productos más baratos y acceso a las mejores tecnologías. En tanto otros, en el sector energético, proponen ideas al revés, encaminadas a cerrar los mercados, encarecer para el pueblo el costo de la energía y aumentar innecesariamente el gasto público improductivo.

No se puede tener las dos posturas. La economía está sustentada en la formación de mercados, los cuales se entrelazan; abrir un lado y cerrar otro, va a generar distorsiones. El primer ministro Justin Trudeau y el presidente Donald Trump, así como sus sucesores, van a pedir una definición clara sobre qué clase de socios y vecinos queremos ser para ellos. Todos los mercados: remesas, laboral, comercial, energético y telecomunicaciones se abren y compiten libremente o se cierran y monopolizan; así de sencilla es la ecuación. La integración nos llevará irremediablemente a que los 550 millones de habitantes de los tres países requieran agua, energía, alimento, tecnología, mano de obra, seguridad y, sobre todo, mucho dinero para garantizar plenamente el bienestar de los tres pueblos. No existe duda de que las tres naciones tienen asegurados todos estos recursos para los próximos 100 años, pero esta garantía tiene un requisito: estar unidos; solos, imposible. Nuestro presidente está impulsando cambios de fondo, para ello requiere que todo su equipo estemos a la altura del reto interno y externo hacia el futuro por lo que debemos ayudarlo y evitarle que su mensaje económico a los líderes de Norteamérica sea contradictorio, sobre todo cuando ya tomó la decisión por la apertura, la liberalización económica y la integración.

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