Entendiendo el crecimiento

Por: Philippe Waechter, Director de investigación económica de Ostrum Asst Management, filial de Natixis IM

El crecimiento está condicionado por la acumulación de capital y su articulación con el progreso técnico. Este es un factor esencial para comprender los perfiles de crecimiento de los países desarrollados. Pero esto no es suficiente si las instituciones no están integradas tanto en el financiamiento como en el comportamiento del mercado laboral. La demografía también tiene un fuerte poder explicativo.

La diversidad cultural arroja luz sobre la aparición de un crecimiento mayor a lo esperado.

El mecanismo del crecimiento a largo plazo pasa por la acumulación de capital que condiciona la dinámica de la producción y el ingreso y, por tanto, el ahorro que permitirá financiar la inversión necesaria para la acumulación de capital. Esto se puede describir mediante el diagrama que se muestra a la derecha.

El capital acumulado es el elemento clave del crecimiento a largo plazo, el que condicionará la capacidad de crecimiento de la economía. Durante mucho tiempo, antes de la revolución industrial, esta acumulación era demasiado lenta para permitir que escalaran los ingresos y la calidad de vida. Hubo innovaciones que trajeron consigo mejoras en la situación de las personas, pero esto no se tradujo en la acumulación de capital como se observó después de la revolución industrial. Los buenos tiempos no duraron.

El avance técnico está integrado con la acumulación de capital. Puede relacionarse con capital físico (maquinaria) y/o capital humano (de ahí la importancia de la capacitación continua). La articulación entre estos tres elementos es fundamental para comprender el desempeño de cada economía entre los países desarrollados y las diferencias entre sus trayectorias. Durante el período de fuerte crecimiento posterior a la 2ª Guerra Mundial, el avance de la integración en el capital y la marcada mejora en la educación permitieron que el crecimiento europeo alcanzara al de EEUU. Más recientemente, las nuevas tecnologías de comunicación, en la década de 1990, permitieron un aumento significativo de la productividad y los ingresos.

La capacidad de generar, integrar y mejorar el avance técnico condicionará cómo funcionará una economía y cómo se comparará con otras. Además, este progreso técnico es un tema de largo plazo. De no ser así, la mejora tecnológica puede transformarse en una renta permanente y su impacto en el impulso al crecimiento se reduce. Este punto destaca los diferentes comportamientos de las economías estadounidense y china. La fuerte inversión pública en China impulsa la innovación, mientras que las empresas de tecnología estadounidenses parecen más atraídas por el ingreso que por el dominio. Por tanto, el impulso al crecimiento esperado para las próximas décadas puede ser muy diferente.

Sin embargo, el progreso técnico no es el único ingrediente que permitirá el crecimiento. Este es un factor clave, pero hay otros. El financiamiento de la economía a través de la dinámica del ahorro también será un factor diferenciador. La forma en que se acumularán los ahorros depende de las instituciones y sus interacciones con agentes económicos. El modo de acumulación de capital también es específico.

Este marco institucional puede ilustrarse por la capacidad de ciertas economías para aumentar el capital social de las empresas a través del ahorro. También es la forma jurídica de quién posee el capital. Así, en Alemania, la historia del capital es muy conocida en muchas PYMES (Mittelstand). Esta forma es una explicación del éxito del modelo alemán.

Otra dimensión del marco institucional es el funcionamiento del mercado laboral. Por razones a menudo culturales, los mercados laborales no operan de la misma manera en diferentes países. Esto puede ser una ventaja para un país determinado durante un período.

La demografía también es un factor clave para comprender el proceso de crecimiento. Un país con una población joven generalmente tiene la capacidad de movilizarse y generar dinámicas económicas muy fuertes. Esta es la situación en los países europeos con los baby boomers en los años cincuenta y sesenta. Por otro lado, a medida que la población envejece, el equilibrio cambia. Los que están en el poder son también los que eran jóvenes durante el período de fuerte crecimiento. Tienen interés en no reequilibrar la distribución intergeneracional del ingreso en beneficio de los jóvenes y en detrimento de ellos mismos. La gran dificultad es mantener incentivos lo suficientemente fuertes para trabajar para estos jóvenes para que mantengan la progresión de la actividad y los ingresos y paguen por las pensiones.

Las diferencias también son muy importantes entre países desarrollados y países emergentes. El marco institucional es menos maduro en los países emergentes y el componente demográfico con frecuencia castiga allí. Si el crecimiento de la población es demasiado rápido en relación con el aumento de la actividad, el ingreso per cápita no puede aumentar, manteniendo a estos países en un estado de pobreza. Este ha sido el caso de África durante mucho tiempo. Por tanto, la transición demográfica está en el centro del proceso de desarrollo y de todos los demás.

En un libro reciente, La Cultura del Crecimiento, Joël Mokyr muestra de manera convincente que la revolución industrial tuvo lugar en Europa porque tenía un mosaico de regímenes políticos e instituciones pero también una gran capacidad para negociar.

Este marco de referencia, que no es para nada monolítico, permitió a Europa despegar porque era la cuna de avances científicos muy diversos que se complementaron, al facilitar la acumulación de capital. Es esta diversidad la que es esencial para el crecimiento porque genera complementariedades que benefician a todos.

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