¿Por qué las personas defienden a ultranza la visión política o económica de otros?

“Los que consideran que el Diablo es partidario del Mal y los ángeles guerreros del Bien, aceptan la demagogia de los ángeles. Las cosas son claramente más complicadas”. Milán Kundera, novelista y poeta checo

Históricamente se han presentado coyunturas durante las cuales las personas tienden a tomar posiciones de defensa a ultranza, respecto de personajes políticos o sociales, partidos o visiones políticas o económicas, ya sea imperantes a las que prevalecen en un país determinado o las que se les oponen.

Particularmente en las últimas décadas, abundan los ejemplos a nivel mundial en los que las personas defienden como si fueran propias, las posturas y visiones de personajes que, en el mejor de los casos pueden ser falibles. Ello ocurre, tanto hacia quienes detentan posiciones de gobierno o de vinculación con el mismo, como en quienes apoyan a personas o movimientos que se oponen a los gobiernos o visiones en turno.

Ante ello, resulta importante entender qué es lo que mueve ese apoyo u oposición, irrestricto y acrítico, el cual frecuentemente explica el surgimiento y consolidación absoluta de ciertos movimientos y, en otros casos, su brusca caída.

Son varios los factores que explican este comportamiento; mismo que cotidianamente vemos reflejado en las redes sociales, que se han vuelto el foco de la manifestación de las filias y fobias extremas; la mayoría de las veces, sin ningún tipo de fundamento.

En un estudio realizado en el 2005 en Emory University, se encontró qué existen ciertas “neuronas partidistas”, que provocan que, cuando las personas están en la presencia de evidencia contradictoria con lo que creen que representa la persona, partido o visión que apoyan, el cerebro actúa regulando su respuesta emocional, de forma tal que son incapaces de percibir la contradicción existente. Adicionalmente, la zona del cerebro conocida como el córtex cingulado, relacionada con la capacidad que tenemos para perdonar; se activa para “perdonar” las contradicciones que encontramos en aquellos a quienes apoyamos, en un proceso que los autores denominan como de “razonamiento motivado”.

Otro factor es el llamado efecto Durning Krueger, mediante el cual las personas tienden a sobrestimar su conocimiento o capacidad de análisis sobre fenómenos

que normalmente les resultan desconocidos. Ello les permite sobre simplificar juicios, aún sin datos duros y sin realizar análisis sobre los temas.

Finalmente, en un proceso denominado por algunos estudios como “compromiso de alto nivel de atención”, las personas que son sometidas constante y frecuentemente a mensajes qué pueden identificar como vinculados o cercanos con la visión, persona o partido que apoyan, tienden a reafirmar dicho apoyo y a eliminar cualquier vestigio crítico o de análisis.

Si pensamos nuevamente en las redes sociales, las personas tienden a seguir (y los algoritmos de las redes sociales refuerzan este comportamiento), a las personas que manifiestan predominantemente posturas afines. Lo que lleva a una reafirmación de la postura, afectando la capacidad de juicio crítico.

Más allá de un análisis de comportamiento neurológico y psicológico de las personas, lo anterior es relevante porque nuestra actuación como ciudadanos, agentes económicos y participantes de procesos económicos y políticos, está fuertemente condicionada por los fenómenos antes descritos. Lo que limita seriamente nuestra capacidad de apoyo o rechazo razonado y objetivo y, consecuentemente, merma nuestra capacidad para entender los fenómenos políticos y económicos que pueden generar afectaciones a nuestra vida futura.

Evidencia de lo anterior, es que muchos de quienes lean este escrito, pensarán que todo esto se refiere únicamente a quienes perciben como sus contrarios.

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