El mercado de renta fija ha puesto algo de nerviosismo entre los inversionistas – Análisis

En lo que va del 2021, lo que está pasando en el mercado de renta fija ha puesto algo de nerviosismo entre los inversionistas.

Las expectativas de un crecimiento económico e inflación más rápidos han impulsado los rendimientos de los bonos gubernamentales. La posibilidad de una recuperación económica más sólida y mayores créditos a medida que avanza el paquete de estímulo de US$1.9 billones del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha llevado a las tasas de bonos del tesoro a sus niveles más altos en un año.

Esta expectativa de mayor inflación se da a pesar de que la FED ha insistido que tolerará una inflación por encima del 2% durante un tiempo, con el objetivo de apoyar la recuperación económica, que todavía está muy lejos de consolidarse. Incluso, es muy probable que este mensaje sea reiterado por el presidente de la FED, Jerome Powell, en su testimonio de esta semana ante el congreso estadounidense, manteniendo el compromiso de mantener los apoyos monetarios por un tiempo prolongado.

No es la primera vez que surgen este tipo de temores. Fueron muy característicos después de la gran crisis económica de 2008-2009, con una política monetaria acomodaticia. El ciclo económico 2009-2020 fue en gran medida desinflacionario en la economía real.

En 2020, durante la crisis del coronavirus, los rendimientos de los bonos cayeron a mínimos históricos y, en algunos casos, por debajo de cero, como es el caso de la deuda soberana alemana, lo que indica que los inversionistas están dispuestos a pagar al gobierno para que sea dueño de su deuda, dada su solvencia. Incluso los pagarés del Tesoro de Estados Unidos a 10 años cayeron por debajo del 1%. Sin duda, los bonos del Tesoro de Estados Unidos a largo plazo fueron los grandes perdedores en términos de rendimiento el año pasado.

Pero, durante los últimos meses, a medida que la recuperación económica parece afianzarse, sobre todo en las expectativas de la mayoría de los analistas, los rendimientos de los bonos están aumentando, y el Tesoro de Estados Unidos a 10
años ya se ubica en su nivel más alto en un año, con 1.40 posibilidades de que siga subiendo.

Los inversionistas claramente están acumulando activos que se beneficiarán de una economía reabierta, así como una mayor inflación.
Esta alza de rendimientos de bonos gubernamentales genera cautela e incertidumbre por las implicaciones negativas que podría tener en otros mercados, sobre todo en bolsas de valores, commodities, bonos de mercados emergentes y cambiarios. Al hacer más atractivos las tasas de bonos, los inversionistas preferirían ese tipo de inversiones seguras a unas de mayor riesgo.

Si continúa con su alza, a cierto nivel de rendimiento, los bonos gubernamentales volverán a ser muy atractivos para inversión, lo que podría traducirse en pérdidas en mercados de renta variable (en gran medida porque están cerca de máximos históricos y puede ser utilizado como un buen pretexto para toma de utilidades) y depreciaciones de monedas, sobre todo emergentes, incluida la mexicana.

Parte de la reciente caída del peso mexicano de casi un peso en una semana se explica por este tema de alzas de rendimientos de bonos.
Conforme crezcan las expectativas de mayor inflación, ese escenario puede materializarse. Estas podrían intensificarse antes del 14 de marzo, fecha límite para aprobar el nuevo paquete de estímulos fiscales que propone la administración del presidente Biden.

Si bien los rendimientos a largo plazo se han disparado, los costos del endeudamiento a 2 años se han mantenido anclados dadas las expectativas de que la Reserva Federal mantendrá las tasas de interés cercanas a cero en los próximos años.

Sin embargo, consideramos que las preocupaciones inflacionarias son un poco exageradas. Estamos lejos de un escenario de subida rápida de los precios en el mundo. Los actuales niveles de inflación son muy bajos.

Y aunque no puede descartarse que los precios suban más de lo previsto durante 2021, en especial ante la recuperación económica en el segundo semestre, tal repunte temporal de la inflación no debería entenderse como un alza sostenida, ya que solo se lograría paulatinamente.

Además, el horizonte de crecimiento económico global sigue siendo incierto. Aunque las perspectivas han mejorado de forma generalizada, la realidad es que este sigue muy dependiente del proceso de vacunación contra COVID-19 y del levantamiento de las restricciones a la actividad económica que han implementado las distintas economías para reducir el ritmo de contagios diarios del coronavirus. Además, el mercado laboral en la mayoría de los países está todavía lejos de los niveles de pleno empleo.

Así, aunque los rendimientos de los bonos gubernamentales tienen margen para seguir subiendo, consideramos que conforme avancen las semanas, este ímpetu podría moderarse conforme los datos dificulten la percepción de posibles presiones inflacionarias. Además, no se puede descartar algún tipo de programa por parte de la FED para dar mayor liquidez en bonos de largo plazo y con ello contener posibles alzas en su rendimiento.

Mientras eso sucede, este tema seguirá siendo un generador de cautela y posibles caídas en precios de activos como la moneda mexicana, sobre todo en momentos que no existan catalizadores o nuevas noticias que favorezcan la compra de activos financieros de mayor riesgo.

¿Cómo explicar que el peso mexicano sea de las monedas más afectadas de esta fuerte corrección en los mercados? A la situación descrita le acompañan otros elementos de coyuntura, que han exacerbado la depreciación de la moneda en los últimos días: La reciente baja en la tasa de interés de fondeo por parte de Banxico; aumentos importantes en los precios de energéticos (gas y petróleo) provocados por la coyuntura climática extraordinaria en Texas y Norte de México, que han afectado considerablemente a la industria mexicana ya por varios días; anuncios del Gobierno Mexicano de que dará nueva ayuda a PEMEX, con su consecuente impacto en la finanzas públicas; y preocupación de los inversionistas de manera general ante decisiones anti mercado sobre el manejo de la petrolera de Brasil (Petrobras).

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