México y la amenaza transnacional, vía redes sociales, en las elecciones

A ningún novelista de ciencia ficción o del futuro se le ocurrió un argumento tan aventurado: que Rusia impusiera un presidente de Estados Unidos.

Estamos lejos de semejante afirmación, pero hay tanta evidencia de la intromisión rusa en las pasadas elecciones estadounidenses, que al parecer lo único que falta por determinar es la magnitud de la intrusión y el peso de su incidencia.

A través de las redes sociales, los cibernautas rusos se entremetieron en una conversación ajena. Ciudadanos inexistentes, con perfiles inventados y fotografías robadas de aquí y de allá, denostaron a Hillary Clinton, distribuyeron masivamente información, en su mayor parte falsa, y se pusieron a discutir sobre temas controvertidos.

Hay huellas rusas en cientos de miles de cuentas de Twitter y Facebook, empresas que durante las campañas y después de ellas han estado eliminando las que identifican como falsas. Los rusos sabían que estas cuentas se detectarían y suprimirían, pero también que cuando eso empezara a ocurrir ya habrían conseguido su objetivo. Las compañías creadoras y operadoras de las redes sociales no estaban preparadas para tan descomunal tarea: ¿cómo detectar cuentas falsas con oportunidad entre 348 millones de usuarios de Twitter y dos mil millones de cuentas de Facebook?

Esta última firma calcula que del contenido relacionado con las campañas sólo una décima parte del uno por ciento es apócrifo, lo que implicaría una mínima influencia, y por lo tanto no significativa, de los piratas informáticos rusos en el proceso electoral. No obstante, consciente de que este fenómeno puede crecer, se ha comprometido a investigar qué fue lo que sucedió y a buscar la forma de evitarlo en el futuro.

Rusia, por su parte, da por hecho que Estados Unidos intentará intervenir en las elecciones presidenciales del país euroasiático en 2018. Como la declaración es oficial, se trata de una aceptación explícita o tácita de que eso se vale y que así será de ahora en adelante.

En 2018, en un ambiente que promete ser sumamente álgido y complicado, México también estará en el maremágnum propio de los procesos electorales con la elección de más de tres mil cargos de elección popular, entre los que destacan: la Presidencia de la República, 8 gobernadores y Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, legisladores federales y locales, así como presidentes municipales.

Habrá que estar atentos a la eventual injerencia de otros países vía redes sociales, quizá con la misma estrategia que siguió Rusia en Estados Unidos: la incorporación y distribución de mensajes socialmente divisivos, sobre todo en los temas más controvertidos y sensibles para la población.

Estamos en presencia de un complejo desafío: personas inexistentes pueden generar emociones, divisiones y rencores en personas reales. Y además pueden utilizarlas, capitalizando su ingenuidad o su miedo, como eficaces difusores de mentiras, calumnias y falsos debates.

Sabíamos que los recursos de Internet podían ser susceptibles de manipularse con propósitos políticos, pero no estábamos conscientes de que podría hacerse de manera transnacional.

Es una posibilidad, pero de probable realización, porque es evidente que las elecciones nacionales, al menos potencialmente, han dejado de ser nacionales. ¿Usted cree que nuestras instituciones estén listas para este desafío?

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