El peso, un ‘campeón’ de corto plazo

Hubo un gran ganador de las elecciones locales del pasado domingo, y no me refiero a ningún candidato o partido político como podría pensarse, sino al peso mexicano. Si echamos un vistazo al gráfico de la cotización de nuestra moneda frente al dólar estadounidense desde hace un año, vemos dos importantes movimientos muy marcados: el primero es un gran salto vertical al alza el 8 de noviembre pasado, fecha de la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos.

Desde esa noche y hasta el 20 de enero en que tomó posesión del cargo, el peso cayó de los 18.30 pesos hasta los 22 pesos por billete verde, su máximo histórico. Pero el segundo movimiento es una baja consistente que, como le digo, se reforzó a partir de los resultados electorales del domingo.

¿A qué se debe esto? Bueno, había cierto nerviosismo más que justificado de parte de algunos inversionistas, porque el triunfo de la candidata de Morena en el Estado de México, Delfina Gómez, hubiese generado la sensación de que el presidente de ese partido, Andrés Manuel López Obrador, tendría casi casi un pie puesto en Los Pinos en las elecciones presidenciales de 2018.

Dado que López Obrador se ha manifestado en contra de reformas muy importantes como la Reforma Energética, y a que ideológicamente Morena es muy cercano (por no decir idéntico) al populismo de izquierdas que se aplica en países como Venezuela, y que conducen de manera acelerada a la ruina de cualquier economía, su derrota del domingo ha servido para fortalecer al peso.

Lo que no es bueno para Morena sí lo es para México.

Ayer incluso el secretario de Hacienda, José Antonio Meade, dijo que la reacción de los mercados a los resultados electorales había sido ‘clara y contundente’, y esta vez estamos de acuerdo.

Ahora bien, qué bueno que el peso esté en niveles mínimos que no habíamos visto en casi 10 meses, y de hecho, el precio del dólar podría seguir bajando más ante el exagerado optimismo que hay de que Donald Trump será más ‘flexible’ en la renegociación del TLCAN.

La especulación, que antes le jugó una mala pasada al peso, ahora apuesta en su favor. En ambos casos exagera la realidad y las expectativas.

Una óptica más realista es que todavía hay mucha incertidumbre en los meses por venir, y en definitiva no podemos cantar victoria ni descartar todavía un escenario desfavorable para México en esa renegociación, que afectaría a la economía mexicana en general, al peso y a la inflación.

Además, como le he adelantado en este espacio, una nueva recesión en Estados Unidos está cada vez más cerca –quizá el próximo año o dos-, y cuando llegue, como siempre, se harán sentir los efectos muy fuerte en nuestro país. No es cuestión de si sucederá o no, sino de cuándo.

En suma, aprovechemos mientras dure la recuperación del peso y ojalá que bajen con esto las presiones inflacionarias como espera el gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, pero no perdamos de vista que los riesgos para la economía nacional siguen estando ahí.

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