Mueller: la golondrina, la serpiente y la Corte

La investigación sobre la injerencia rusa en las elecciones presidenciales ha iniciado un nuevo capítulo. De las sospechas de la administración Obama, a las acusaciones verbales por parte de Hillary Clinton, a los incómodos interrogatorios al yerno del presidente, Jared Kushner, hemos llegado al primer detenido: el exjefe de campaña de Donald Trump.

Paul Manafort se entregó ayer al FBI tras ser acusado por el fiscal especial, Robert Mueller, de doce delitos. El más grave de ellos es el de traición a la patria. Y aunque Manafort renunció durante la campaña, sus actividades ponen en entredicho la credibilidad electoral de la actual administración.

La noticia cayó muy mal a la Casa Blanca; el hoy predecible presidente Trump hizo lo único que sabe hacer: victimizarse, insistir en que se trata de una cacería de brujas y atacar a los que lo descubren. Como era de esperarse, no citó a una conferencia de prensa en la que pudiera ser cuestionado por los medios; tampoco emitió un comunicado formal. Utilizó Twitter, pues el primer mandatario de Estados Unidos piensa que en 120 caracteres se puede resolver una crisis mayúscula.

La investigación de Mueller es delicada pues busca probar si el entonces candidato Trump tuvo vínculos con el Kremlinla agencia de inteligencia rusa para desencadenar la derrota de Clinton. De comprobarse, habría consecuencias dentro de la Unión Americana y en la comunidad internacional, pues se trataría de un atentado en contra de la democracia americana. Admitirlo sería reconocer que los ciudadanos no eligieron al presidente en una contienda interna, sino que “hubo mano rusa”. Esto en cualquier juego, incluido el democrático, implicaría la descalificación del jugador tramposo.

No puedo dejar de pensar en la fábula de Esopo, la golondrina, la serpiente y la corte; en ella: “una golondrina que retornaba de su largo viaje se encontraba feliz de convivir de nuevo con los hombres. Construyó entonces su nido sobre el alero de una pared de una Corte de Justicia y allí incubó y cuidaba a sus polluelos. Pasó un día por ahí una serpiente y acercándose al nido devoró a los indefensos polluelos. La golondrina al encontrar su nido vacío se lamentó:

Desdichada de mí, que en este lugar donde protegen los derechos de los demás, yo soy la única que debo sufrir equivocadamente”.

La democracia americana sería la paloma; la serpiente representaría la injerencia rusa. Pero, a diferencia de la fábula, en esta ocasión el fiscal ha puesto a andar la maquinaria de la Corte. Las paredes no han quedado sordas y la filtración de información le ha permitido a Mueller construir un caso.

Esta detención anuncia el inicio de un escándalo político grave que, estoy cierta, no se resolverá a twitazos.

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