¿Actuará Trump frente a dreamers como presidente o sheriff?

Alrededor de 800 mil jóvenes migrantes que estudian o trabajan en Estados Unidos se enfrentan a la incertidumbre de si mañana el presidente Donald Trump suspenderá la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA) dictada por Obama y que les permitió salir de las sombras y transformar sus vidas.

En sólo cinco años se han constituido en una fuerza de trabajo tal que 350 empresas, muchas de ellas emblemáticas de la Unión Americana, calculan que al menos 72 por ciento de las 25 mejores empresas de Fortune 500 cuenta con beneficiarios de DACA entre sus empleados.

Este relevante grupo de empresas advirtió a Trump en una carta que, de cancelarse DACA, se perderían 460 mil millones del PIB nacional y 24 mil millones en contribuciones al Seguro Social y Medicare.

El tema estaba en la agenda de Trump, pero 10 fiscales estatales le dieron carácter de urgencia al exigir al fiscal general anular DACA, para lo que le dieron hasta el 5 de septiembre. De no hacerlo, dijeron, demandarían al gobierno federal en la misma instancia en la que pudieron frenar otro programa de Obama que beneficiaba a los padres sin documentos que tuvieran hijos estadounidenses.

De acuerdo con la Casa Blanca, será mañana cuando Trump anuncie su determinación
de suspender o no DACA. Entre los escenarios posibles están: 1) Que Trump decida no tocar DACA; 2) que anuncie su conclusión inmediata; 3) que establezca que los permisos de trabajo que vayan expirando no podrán ser renovados; 4) que deje que los fiscales antidreamers entablen la demanda y la ganen y el programa quede cancelado por orden judicial.

De suspenderse DACA, cabría plantearse la posibilidad de que la Oficina de Inmigración y Aduanas inicie un proceso para pedir a la de Ciudadanía y Servicios de Inmigración “todos los archivos de los protegidos por el programa”.

Esta indeseable acción iría en contra de la promesa que hizo en su momento el gobierno de EU en el sentido de que nunca utilizaría esa información para expulsarlos.

Pero Trump ha hecho trizas muchos de los compromisos asumidos por sus antecesores.

Mañana el presidente estadounidense tiene la oportunidad de hacer historia. O permite el curso de la justicia social o dicta una sentencia en contra de cientos de miles de vidas y del propio interés económico de EU.

Por su parte, los empresarios defensores de los dreamers fueron más allá de demandar la continuidad de DACA y exigieron una legislación “que provea a estos jóvenes la solución permanente que merecen”.

Todo apuntaría a que mañana Trump dé una muestra de sensatez, así sea por presión social, y acuerde que DACA permanezca. Pero es Trump, y a veces pareciera que, más que presidente, le gustaría ser recordado, al igual que su admirado y perdonado Arpaio, como el más sheriff más duro de Estados Unidos.

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