Migración: la hipocresía también mata

Donald Trump sigue en lo suyo: impulsa en el Congreso una iniciativa para dificultar el acceso a visas de trabajo y a la vez empuja la aprobación en el Senado de los mil 600 millones de dólares que solicitó para iniciar la construcción de su muro.

Trump cree que está innovando. Pero es historia conocida: Más vigilancia en la frontera y menos visas de trabajo siempre han dado como resultado la muerte de migrantes y el enriquecimiento de traficantes. Según datos de la Cancillería, por ejemplo, los fallecimientos de mexicanos en la frontera aumentaron en 90 por ciento entre 2015 y 2016, al pasar de 166 a 316.

La más notoria tragedia reciente fue el fallecimiento de 10 personas en la caja de un tráiler en San Antonio, Texas, cuyo alcalde, Ron Nirenberg, dijo que este suceso “arroja luz sobre el drama de los migrantes”.

Es cierto, pero de esa luz ya no podemos esperar nada, y menos que sirva para que nunca más vuelva a ocurrir algo semejante. En todo caso, se trata de un destello que atraerá la atención durante unos días para luego desvanecerse sin que nada cambie.

Nada cambió, por ejemplo, cuando en 2006 murieron asfixiados 19 de los 55 inmigrantes atrapados en un remolque abandonado en Victoria, Texas, ni tampoco después de que en octubre de 2016 fallecieron cinco de los 50 migrantes que eran transportados en un camión, en el municipio de Tres Valles, Veracruz.

Hechos similares se registran al menos 10 por año, afortunadamente la mayoría sin víctimas mortales. Por ejemplo, en junio y julio de 2017 se supo al menos de tres casos con un total de 228 migrantes rescatados de condiciones de riesgo en vehículos inapropiados.

Y, desde luego, ha habido más muertes y rescates después de la tragedia.

A diferencia del migrante Johnny Serna Ramírez, quien despertó después de más de 48 horas de estar inconsciente a causa de la deshidratación y la intoxicación que sufrió dentro de un tráiler, nosotros, centroamericanos y mexicanos, aún no hemos despertado de una larga pesadilla de más de 15 años de drama migratorio.

Miles de fallecimientos en la franja fronteriza no han sido suficientes para que se entienda que ni la necesidad de trabajo de los migrantes ni la necesidad de trabajadores por parte de Estados Unidos son invenciones. Ambas existen y podrían coexistir en un ambiente racional de complementariedad y colaboración.

En lugar de ello nos hemos dedicado a fortalecer y enriquecer las redes criminales de traficantes que capitalizan las políticas restrictivas, elevan las tarifas y ponen en peligro miles de vidas, las dejan a la deriva o las someten a infames delitos como el secuestro y la trata de personas.

Pero si las deseables políticas de humanización de la migración no llegaron a ponerse en marcha cuando gobernaban en Estados Unidos presidentes proclives a impulsarlas, como George W. Bush y Barack Obama, ahora con Donald Trump en la Casa Blanca esa ruta es sencillamente imposible.

No, no tendremos la suerte de Johnny Serna Ramírez, que pudo despertar de su pesadilla. Por el contrario, quizá nos encontramos en el momento más atroz del drama migratorio, exacerbado aquí por nuestros propios rezagos, y allá por la intolerancia y la hipocresía.

Twitter: @mfarahg

Secretario general de la Cámara de Diputados y especialista en derechos humanos.

 

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