Trump, el muro imposible y el aplauso fácil

Cuando el candidato Donald Trump quería oír aplausos de sus seguidores, hablaba de la construcción del muro entre México y Estados Unidos.

Como presidente sigue haciendo lo mismo, igual que el intérprete musical que sabe que cuando sus bonos bajan, puede rescatar ovaciones si canta su más sonado éxito. Fastidiado de la diferencia entre alardear y gobernar, dijo en un mitin en Iowa: “Tenemos que construir un muro, lo necesitamos. Tenemos que parar la droga”, sentenció, reforzando su idea expresada en Twitter: “México ocupa el segundo lugar más mortal del mundo, después sólo de Siria. El comercio de drogas es, en gran parte, la causa. ¡Vamos a construir el muro!”.

En sus hechos y dichos se puede apreciar:

1.- Que se siente más cómodo como candidato que como presidente. Por eso sigue organizándose mítines de apoyo, donde cualquier frase produce gritería y lo hace sentir profeta.

2.- Que su discurso del muro es un fin en sí mismo, no un medio. Ha cumplido cinco meses como presidente, el 10 por ciento de su mandato, y en lugar de dar cuenta de su avance sigue anunciándolo.

3.- Que su mitomanía es compulsiva. No es cierto que México sea el segundo país más mortal del mundo. La Cancillería mexicana le hizo notar que sólo en América Latina hay al menos cinco países con índice de homicidios notoriamente más altos que los de nuestro país.

4.- Que a falta de argumentos para ganar adeptos, ahora dice que el muro es para frenar la droga. Sabe que con él no detendrá el flujo de droga porque Estados Unidos es el gran mercado de estupefacientes, como lo han reconocido prominentes miembros de su gabinete.

5.- Y que la imposibilidad de contar con recursos, lo lleva a imaginar paneles solares a lo largo del muro, lo que entre otras cosas elevaría aún más el presupuesto requerido, de por sí altísimo.

Todo este espectáculo podría ser divertido, pero debemos tener presente que el muro, aun cuando sea sólo una quimera de Trump, es una propuesta grave e insultante.

Es grave porque a causa de los mil kilómetros de muro que hoy existen, han muerto más de 10 mil mexicanos en la franja fronteriza, al obligar a los flujos migratorios a incursionar en zonas inhóspitas y de alto riesgo. El muro, que hoy alcanza la tercera parte de la extensión de la frontera, ha propiciado que el crimen organizado se haya instalado como el gran traficante, secuestrador y pesadilla de migrantes, puesto que la dificultad de cruzar elevó las tarifas y atrajo el interés de grandes cárteles.

Y es además insultante, porque implica una separación entre países socios y sobre todo porque su razón de fondo es discriminatoria.

A Trump no le importan los migrantes ni la droga, y menos emprender programas para que EUA deje de ser el gran mercado de los narcotraficantes. Lo que le importa es su obsesión por el aplauso fácil de sus bases.

Así, quizá escuchemos al presidente estadounidense decir, durante todo su mandato, que construirá el muro y que nadie sabe construir mejores muros que él.

La afirmación es cierta. Lo ha demostrado aislando a su país del resto del mundo y cediendo a otros el liderazgo mundial que ejerció EUA durante décadas.

Twitter: @mfarahg

Secretario general de la Cámara de Diputados y especialista en derechos humanos.

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