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Sobre el Premio Nobel de Economía 2020

“Las ideas de los economistas …, tanto cuando tienen razón como cuando están equivocadas, son más poderosas de lo que generalmente se entiende”. John Maynard Keynes.

Este año, se decidió otorgar el llamado Premio Nobel de Economía a los economistas Paul R. Milgrom y Robert B. Wilson, “por sus mejoras en la teoría de subastas e invenciones en nuevos formatos de subastas”. Este reconocimiento obedece al desarrollo de nuevos formatos y modelos de subastas de bienes, que ejemplifican cómo la investigación económica aplicada puede traducirse en invenciones que sean de beneficio para la sociedad.

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El Premio Nobel de Economía 2017

“Mi mantra es que, si quieres ayudar a las personas a cumplir una meta, hazlo sencillo para ellos”. Richard Thaler Premio Nobel de Economía 2017.

Como cada año por estas fechas, el comité del Premio Nobel anunció el ganador del Premio Nobel de Economía, otorgándoselo al investigador Richard H. Thaler, por sus contribuciones a la economía conductual o del comportamiento. En palabras de uno de los integrantes del Comité de Premiación, Thaler “hizo a la economía más humana”.

Se trata de uno de los economistas de la llamada corriente conductual, de mayor influencia en las últimas décadas; tanto por sus contribuciones a la comprensión de la forma que la personas toman decisiones, si no, además, por la orientación práctica de sus conceptos para mejorar la calidad de las decisiones que tomamos, particularmente en temas como el ahorro para el retiro.

El primer artículo que tuve la oportunidad de leer de Thaler, fue uno publicado en 1981 con el título de “Hacia una teoría económica del autocontrol”, en que Thaler incorpora este concepto como un elemento fundamental que determina las decisiones de los individuos y que específicamente tiene un papel determinante en las decisiones de ahorro y gasto. Ahí, se incorpora de manera clara, mas allá de los modelos económicos tradicionales, una visión psicológica de las decisiones económicas.

En otro artículo, que tuvo influencia en mi orientación académica hacia los temas conductuales, publicado hace 20 años, Thaler analiza a un autor de la economía clásica (Irving Fisher), mostrando como en varios de sus trabajos existe de manera implícita una visión conductual sobre las decisiones económicas.

En muchas de mis colaboraciones en El Economista, he hecho referencia a los trabajos de Thaler, la primera vez hace 6 años, sobre sus trabajos para incentivar el ahorro para el retiro.

A partir de una serie de investigaciones que se concretaron en el concepto de “Ahorra más, mañana”, propone una medida que por su simpleza refleja la comprensión de la forma en la que se toman las decisiones de ahorro futuro.

A partir de entender la propensión de las personas a optar por aquellas alternativas de decisión que se proponen por default, propuso que en los planes de retiro de EUA (conocidos como 401k), la opción por default sea en automático quedar enrolado en el plan y que se requiere una declaratoria explícita para no quedar enrolado. Dada la propensión de las personas a la utilización de las opciones por default, este mecanismo incrementa la frecuencia que las personas quedan inscrita a este tipo de planes previsionales.

De la misma manera cunado se pregunta a las personas qué porcentaje de sus ingresos presentes están dispuestos ahorrar para el futuro, la mayoría tendrán una respuesta negativa de ahorro o una proporción muy baja. Thaler entiende que ello se debe a que, tratándose de decisiones Inter temporales (en este caso, aquellas en que la acción se realiza en un momento diferente en el que se percibirán los beneficios), la mayoría de las personas son motivadas por una búsqueda de recompensa de corto plazo que representa el gastar hoy, lo cual inhibe su capacidad de ahorro para el futuro. Por ello, propuso un mecanismo en el que lo que se les pregunta a las personas qué porcentaje de su aumento de sueldo del siguiente año estaría dispuesta ahorrar. Al tratarse de decisiones y acciones que están ambas en el futuro, el estímulo de recompensa de corto plazo se reduce y se incrementa la propensión y volumen de ahorro objetivo.

Dos de sus libros recientes tienen especial importancia porque permitan abundar en la comprensión de las decisiones de las personas que se traducen, con mucha frecuencia, en acciones irracionales que perjudican a quienes las toman. Nudge y Misbehaving presentan conceptos que muestran (el primero) que existen mecanismos conductuales de refuerzo que, tal como el pequeño codazo que nos daba nuestra madre para saludar a alguien, pueden dirigir la conducta y fomentar conductas benéficas en términos económicos y financieros.

En Misbehaving, se señalan muchos de los elementos puntual ha identificado que intervienen en las decisiones financieras, tal como la fuerza de voluntad. En suma, explica porque las personas tendemos a caer en conductas negativas que nos afectan o afectan a otros.

Thaler logró incorporar elementos que los modelos económicos clásicos faltaron en reconocer (como características de la conducta, factores de personalidad y sesgos en nuestros procesos de decisión), algunos de ellos enraizados profundamente en la forma en la que opera nuestro cerebro, que generan distorsiones en nuestro proceso decisión y que nos llevan a tomar decisiones subóptimas, muy lejos de la visión económica tradicional de un homo economicus racional buscando maximizando su beneficio.

La importancia de sus contribuciones es clara si entendemos que, no sólo nos ayudan a entender la naturaleza de las conductas sino, además, a crear mecanismos que permitan modificarlas y modelarlas para crear condiciones que permitan la alcanzar nuestro bienestar económico.

El autor es politólogo, mercadólogo, especialista en economía conductual, profesor de la Facultad de Economía de la UNAM, columnista en El Economista y Director General de Mexicana de Becas, Fondo de Ahorro Educativo. [email protected] – síguelo en Twitter @martinezsolares

 

Otorgan a Richard H. Thaler Premio Nobel de Economía

Richard Thaler, de la Universidad de Chicago, fue reconocido por demostrar que las decisiones de las personas en temas económicos no siempre son racionales.

Nacido en Estados Unidos en 1945, imparte clases en la Universidad de Chicago, y en el corazón de sus investigaciones se encuentra la noción de que la gente simplifica las decisiones financieras que debe de tomar.

Precisamente sus análisis de cómo las personas realizan esa simplificación, es lo que le ha valido el Nobel de Economía.

Leer más: https://www.razon.com.mx/otorgan-a-richard-h-thaler-el-premio-nobel-de-economia/

El Premio Nobel de Economía 2016

La contribución de ambos investigadores es de suma relevancia para crear incentivos más adecuados.

A menos que ambas partes ganen, ningún acuerdo puede ser permanente.
Jimmy Carter, ex presidente de Estados Unidos

Como cada año por estas fechas, fue entregado el Premio Nobel de Economía. En esta ocasión los galardonados fueron Oliver Hart y Bengt Holmström.

En ambos casos se trata de economistas destacados por su investigación relativa a un tema que pudiese parecer distante de los temas económicos tradicionales, ya que el premio se les otorgó “por sus contribuciones a la teoría de contratos”; se trata de la forma en que los contratos operan para mediar las relaciones y, consecuentemente, las decisiones entre las personas y organizaciones.

Holmström y los incentivos a los directivos

En el caso de Holmström, éste ha realizado múltiples estudios, en uno de ellos se analiza cuál es el modelo óptimo para establecer incentivos a los directivos de las empresas.

En muchos casos, las empresas que cotizan en Bolsa establecen incentivos en los que el precio de la acción determina el bono que recibe el directivo; sin embargo, Holmström destaca que, dado que los precios de las acciones pueden responder a factores externos a la propia empresa, puede de esta manera estarse premiando o castigando en función de la suerte.

Por ello, propuso establecer un modelo en el cual el pago se establezca a partir del desempeño de la acción en relación con otras empresas del mismo sector.

En artículos posteriores, Holmström propuso además el establecimiento de modelos que tratan de balancear la remuneración de las personas en función de diferenciar aquellas actividades que pueden ser fácilmente medibles de otras cuya medición de desempeño puede ser más difusa.

Un ejemplo de ello se refiere a la forma en que los maestros pueden ser evaluados para recibir su compensación, siendo los resultados de exámenes muy fáciles de medir, pero si la evaluación sólo contempla este factor, se generaría un desequilibrio de la actividad al dejar fuera otros factores igualmente relevantes pero poco medibles, como el fomento al trabajo en equipo y propiciar la creatividad de los alumnos.

En la entrevista oficial que le hicieron al anunciarse el premio, Holmström explicó que los temas de incentivos contractuales no se refieren de manera exclusiva a los temas económicos y de dinero, señalando que en ocasiones, además de crear incentivos, el desempeño de las personas se vincula a cómo se estructuran las tareas y las organizaciones de forma que provoque la motivación de las personas.

Hart y el establecimiento de contratos más realistas

Por su parte, Hart ha desarrollado en sus trabajos modelos orientados a establecer contratos más eficientes, que faciliten de manera realista los acuerdos entre las partes.

En un artículo particularmente interesante, Hart analizó las diferencias entre la operación pública y privada de empresas en las existe un conflicto permanente entre costos y calidad de los servicios.

En el caso del sector privado, Hart señala que los incentivos contractuales que pueden presentarse para los administradores tienden en estos casos a estar asociados a que reduzcan los costos, lo que puede redundar en una reducción de la calidad de los servicios prestados.

En particular, Hart analizó los procesos de privatización de las prisiones en Estados Unidos, que derivaron en un detrimento de las condiciones de los internos, que es incluso superior a los de las prisiones administradas de forma pública.

Sin embargo, en el caso de la administración pública, la carencia de incentivos específicos al desempeño motiva que no se realicen mejoras ni en reducción de costos, ni en mejoras a la calidad de los servicios.

La contribución de ambos investigadores es de gran relevancia en la medida en que las organizaciones públicas y privadas, al igual que las personas, aprendan a establecer mejores mecanismos de acuerdo que, con base en los incentivos más adecuados, promuevan el crecimiento de la rentabilidad y simultáneamente la riqueza y el bienestar de las personas.

El autor es politólogo, mercadólogo, especialista en economía conductual y director general de Mexicana de Becas, Fondo de Ahorro Educativo.

Síguelo en Twitter: @martinezsolares