El indulto a Arpaio

 

Desde que Trump anunció su precandidatura, en 2015, seguí con atención el desarrollo de sus discursos y la cobertura que le daban los medios. Me sorprendió, entonces, que hubiera discursos de odio y que pasaran de largo durante la precampaña.

Ya como candidato, Trump intensificó sus ataques hacia los latinos, los mexicanos y las mujeres. A partir de este momento, las cadenas se dividieron en la cobertura; mientras que Fox News renunció a su vocación periodística y se transformó en una vocería de la propaganda trumpista, el resto de las cadenas han insistido en reportar las mentiras, descalificaciones y desvaríos del presidente.

Este modelo se ha mantenido en la cobertura del indulto al exsheriff Arpaio, quien había sido condenado por la persecución racista en contra de los migrantes latinos. El perdón amplio que ofreció el presidente ha caído mal y ha recibido críticas de demócratas y republicanos; de toda la prensa —salvo de la cadena Fox—, y de los analistas en México y en EU.

Con este perdón, Trump pone en entredicho su respeto por el Estado de derecho y por la ley. Con todo ello, integra un nuevo eslabón a la cadena de actos racistas que lo han caracterizado: ha pasado de los discursos de odio a la protección de los racistas. ¿Qué es lo que sigue? La criminalización de todos los que no sean hombres, blancos, protestantes y ricos. Creo que hay que tomar en serio los riesgos que esto representa para todos, en especial para nuestros migrantes.

Hay que decirlo claramente: la actual cabeza de la Casa Blanca crea las condiciones para que florezca la discriminación y el racismo. En seis meses de gobierno, Trump ha protegido a los grupos neonazis, a los supremacistas blancos y, ahora, al sheriff Arpaio. Me parece que estamos frente un crescendo que inició con la retórica del desprecio y que, de a poco, ha pasado a las acciones. Pareciera que para gozar de la protección del presidente hace falta ser un racista intolerante en consonancia con la Alt-Right, el movimiento de ultraderecha que le habla al oído a Trump.

Por ello, no debe sorprendernos que las acciones intolerantes vayan en aumento: las pintas en las sinagogas, los asesinatos de latinos y los enfrentamientos entre los ciudadanos. Y, seamos claros, esta espiral de violencia ha de cargarse, directamente, a la cuenta del presidente Trump.

Durante los últimos meses, el papel de la Cancillería mexicana ha sido extraordinario; en medio de la renegociación del Tratado de Libre Comercio, Luis Videgaray ha mostrado pericia y dignidad; supo poner en claro las reglas del juego y deslindarse de las discusiones en Twitter. Sin embargo, me habría gustado algún comentario que reprobara el indulto a Arpaio pues sería un gesto importante de respaldo hacia nuestros migrantes.

* Profesora Investigadora de la Universidad Anáhuac.

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@ValHumanrighter

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