Portaviones, submarinos y misiles

La temperatura de la relación entre Corea del Norte y Estados Unidos ha alcanzado niveles peligrosos. Y aunque la tensión ha sido la marca de la casa desde el final de la guerra y la división del país, estamos viendo, sin duda, una escalada militar riesgosa.

Todo conflicto armado pasa por la racionalidad de la irracionalidad, como ha mostrado el Nobel de Economía, Thomas Schelling, y eso es lo que veremos en los próximos días: subidas de tono, muestras de poder, declaraciones contradictorias.

Por un lado, el Presidente Kim Jong-un ha retado —desde hace tiempo— a la comunidad internacional con el establecimiento de un plan nuclear y el fortalecimiento de su milicia. Sin embargo, cada prueba y cada lanzamiento fueron tomados con prudencia por la administración Obama por las altas posibilidades de perder la paz y el control de la zona.

Pero Donald Trump es diferente. Y lo que estamos viendo es un tete-a-tete entre dos gobernantes con lógicas distintas y caprichos diferentes. Y con algo en común: a ninguno parece importarle la paz de la región.

Era imposible no pensar en el ejército de la Alemania Nazi durante el Desfile del Sol, en Corea del Norte, de la semana pasada. Ambos fueron un despliegue de fuerza, una amenaza directa, y el anuncio de un conflicto internacional de largo alcance.

Japón, por su parte, también hizo lo suyo y mostró un desfile aéreo con el que decía, sin decirlo, que estaba listo para defenderse. Estados Unidos, además, envió nuevos aviones a Reino Unido como una muestra de apoyo a la seguridad de los países miembros de la OTAN.

Trump, en una incongruencia más, solicitó la intervención del gobierno de Pekín para equilibrar las fuerzas de la zona e, inmediatamente, dijo que podría enfrentar solo el conflicto. Envió portaaviones y después los redirigió a Australia… la racionalidad de la irracionalidad del conflicto armado.

De acuerdo con información del Japan Times, China ha enviado barcos para proteger las costas norcoreanas. Es temprano para leer con seguridad este gesto; sin embargo, confío en que sea una medida política para respaldar a su vecino y contener al gigante americano.

Veo remota la posibilidad de una salida diplomática pues ésta tendría que pasar por la reducción de las zonas militares norteamericanas en Corea del Sur; el levantamiento de las sanciones económicas a Corea del Norteo y el reconocimiento del programa nuclear de Norcorea.

Eso sería una derrota para Washington quien ha gastado varios millones de dólares solamente en el envío de sus fuerzas armadas y quien ha sugerido que solamente se impongan más sanciones económicas al gobierno norcoreano.

Así, de Washington a Pyongyang, pasando por Tokio, Londres y Moscú, los gobiernos han salido a apostar y a amedrentar; pero, todavía, temen a la guerra.

* Profesora Investigadora de la Universidad Anáhuac.

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@ValHumanrighter

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