Un llamado a Venezuela

En La Razón hemos seguido la génesis, el desarrollo y el derrumbe del triste régimen de Nicolás Maduro. Para sorpresa nuestra, los acontecimientos han rebasado los pronósticos más aventurados. Estoy cierta de que el periódico mexicano que ha cubierto con mayor cercanía e interés el caso venezolano ha sido éste, y ninguno de los articulistas nos atrevimos a esbozar el infierno en que se ha convertido la política de ese país.

Cada día, nos asombramos por las decisiones desatinadas, irracionales y egoístas de Maduro quien ha errado prácticamente en todo con tal de seguir embriagado en la silla presidencial, ajeno a sus ciudadanos, omiso en sus responsabilidades, encarnando las peores prácticas de gobierno. Pero, hay que decirlo, el presidente de Venezuela tiene un séquito de cómplices en el ejército, en las cámaras y en las instituciones. Esta maquinaria de la violencia no es consecuencia de un solo hombre sino del trabajo coordinado de muchos que han preferido el poder a la justicia.

Los venezolanos han pasado días y noches amargas, de incomprensión y absurdo político. Maduro condenó a sus ciudadanos a la sinrazón y a la violencia. Estoy segura que no hay peor legado para un pueblo ni lugar más indigno para la historia.

La gestión de Maduro ha sido un continuum de desvaríos que van en contra de los derechos humanos, de los ideales de la democracia y de la paz. Prueba de esto son las represiones en las marchas que cobran el derecho a la protesta y a la libertad de expresión a precio de sangre.

Nicolás Almagro ha hecho fuertes llamados desde la OEA pero no han tenido eco suficiente. Y esto es inaceptable, injusto y descarnado. Debemos hacer un llamado exigente y definitivo: Maduro no puede seguir haciendo esto a los venezolanos. No dejemos que el silencio de los países de la región sea el cómplice cuyas omisiones validan a Maduro.

Es indispensable que la comunidad internacional exija la renuncia de Nicolás Maduro, pues no es admisible que ningún gobernante ataque a sus ciudadanos. Y esto es, infortunadamente, lo que han padecido los venezolanos.

La oposición debe crear un gobierno de transición, que devuelva el orden a las calles y detenga el inútil derramamiento de sangre. Es urgente liberar a los presos políticos, como Leopoldo López, y recuperar el camino de la democracia.

El canciller Videgaray ha alzado la voz sobre la crisis democrática en Venezuela y, a cambio, ha recibido las descalificaciones de su homóloga. Lamento muchísimo que lejos de escuchar opciones y salidas, las autoridades hayan preferido perpetuar la cadena de injusticias, antes de escuchar los consejos de sus hermanos latinoamericanos y los gritos de sus ciudadanos.

No permitamos que Maduro permanezca ni un día más en el poder. Nadie se merece un destino tan inmisericorde ni tan absurdo.

* Profesora Investigadora de la Universidad Anáhuac.

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@ValHumanrighter

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