Donald Trump aborda en ocasiones otros temas, pero en el que se siente cómodo es en el que constituye el foco de su oferta electoral: la construcción de un muro en la frontera con México.
Sabe que refiriéndose a este tema, cuando está entre sus partidarios, tiene el aplauso seguro. Cuando un mitin parece no despertar, lo ha reconocido, habla del muro, y aquello se reanima. Y para subir el entusiasmo, el candidato republicano grita que ese muro será pagado por México. Entonces viene el delirio.
Están de más los complejos asuntos que debe atender y resolver el país más poderoso del mundo, el de la economía más grande, el del ejército mejor armado y más desperdigado, el que más intereses tiene en el exterior y el que más temeroso parece ante eventuales ataques terroristas.
Leer más: