La muerte y las decisiones económicas

La falta de una adecuada percepción de la mortalidad futura produce conductas inconsistentes en el presente.

No es a la muerte a la que el hombre debe temer; debe temer a nunca empezar a vivir.

Marco Aurelio, emperador romano

En la mayor parte de la literatura tradicional económica, se supone que las decisiones se toman a partir de criterios de racionalidad. Pero como en diversos artículos he expuesto, los modelos de economía conductual muestran que la racionalidad en nuestras decisiones está acotada o sujeta a sesgos o limitaciones de nuestra percepción, que reducen la efectividad de las decisiones económicas que tomamos como individuos.

Y en pocos temas las limitaciones de nuestras decisiones son tan evidentes como cuando enfrentamos el tema de la muerte. Desde cualquier perspectiva filosófica y psicológica, la muerte provoca en nosotros un complejo proceso de emociones que trascienden lo objetivo y afecta profundamente la conducta de las personas cuando toman una resolución.

En el estudio “Denial of Death and Economic Behavior” de Kopczuk y Slemrod se analiza el impacto que tiene el miedo a la muerte en las decisiones económicas más básicas de las personas, como son el consumo y el ahorro. Se parte de la premisa de que las actitudes hacia la muerte determinan cómo los individuos toman decisiones económicas respecto del futuro.

El estudio muestra que las personas tienden a suprimir y reprimir los elementos de información que se interpretan como relacionados con la expectativa futura de muerte, lo que puede generar percepciones limitadas o inadecuadas que afectan los patrones de consumo (y consecuentemente de ahorro) en el tiempo.

La falta de una adecuada percepción de la mortalidad futura y la preparación de las decisiones asociadas a lo que ello implica, produce conductas e inconsistencias en el presente y a lo largo de la vida; siendo una evidencia palpable de ello, los bajos patrones de contratación de seguros de vida, que muestran de una forma indirecta pero específica, de negación de la propia mortalidad. Se trata de una suerte de “si no lo pienso, es como si no existiera”.

Por otro lado, el estudio “Thanatology and Economics: The Behavioral Economics of Death”, de Slemrod, muestra además como en Estados Unidos – en estados en los que las herencias son sujetas de impuestos – la posibilidad de transferencias intergeneracionales de patrimonio previas a la muerte, se posponen excesivamente; lo que genera un efecto negativo fiscal sobre el patrimonio que, por no haberse transferido antes, es sujeto de una herencia.

Otros estudios como el de “Perception of Own Death Risk. A Reassessment of Road-Tra±c Mortality Risk”, de Andersson, muestran que esta conducta, aun cuando es generalizada entre los seres humanos, puede presentar variantes significativas por ejemplo en cuanto al género. En este estudio se señala si bien las personas tendemos a subestimar nuestras posibilidades de muerte, las mujeres frecuentemente, por el contrario, a sobre estimar su riesgo de propia mortalidad, siendo ello lo que contribuye a que adopten una estructura de decisiones financieras más orientadas a la previsión económica del futuro.

Al igual que con muchas de las conductas humanas, la percepción de propia mortalidad, por ejemplo, de la derivada de potenciales accidentes, es negativamente afectada por un sesgo de optimismo que nos lleva a disminuir la presunción de problemas reales que tendríamos de ese tipo de circunstancias. Sobre simplificando: tendemos a creer que los accidentes les pasan a otros, no a nosotros mismos.

Aprovechar el día de muertos para analizar qué tanto hemos incorporado el concepto de nuestra propia mortalidad entre la forma y fondo de nuestras decisiones financieras y económicas presentes; puede ayudarnos a establecer esquemas previsionales que contribuyan a darnos mayor tranquilidad futura y, sobre todo, mayor estabilidad a nuestras familias una vez que no estamos con ellas.

El autor es politólogo, mercadólogo, especialista en economía conductual y director general de Mexicana de Becas, Fondo de Ahorro Educativo. Síguelo en Twitter:

@martinezsolares

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