La historia, en general, sólo nos
informa lo que es un mal gobierno.
Thomas Jefferson
La semana pasada se dio el aviso de la salida, a partir de mediados del próximo año, del gobernador del Banco de México (Banxico), Agustín Carstens. La medida ha provocado especulaciones de todo tipo, así como señalamientos que acentúan o disminuyen la importancia del evento.
Es importante señalar que, en un sentido absolutamente conceptual, las instituciones (sobre todo aquellas que durante períodos muy prolongados han venido desarrollando sus funciones de manera adecuada) deberían en principio estar vacunadas contra cambios de funcionarios en su estructura. Pero en la realidad, ello rara vez ocurre.
En México tenemos evidencia muy palpable de que instituciones aparentemente probadas y sólidas, pueden rápidamente caer en una espiral que destruya sus fundamentos y que cambie su operación en detrimento de la función que socialmente desempeñan. Recordemos tan sólo que hasta hace algunos años, el Instituto Federal Electoral se consideraba una institución que, construida con esfuerzo y sacrificio por la sociedad mexicana, había creado las bases para procesos electorales eficientes, no cuestionados, e imparciales. Bastaron algunos meses y años de intervención y manoseo por parte de las distintas fuerzas políticas para destruir ese andamiaje institucional. Y lo mismo ha ocurrido con otras instituciones recientemente creadas en principio para beneficio de la sociedad mexicana, que casi siempre por motivos ajenos a aquellos por los que fueron creadas, han visto deteriorada su operación y la función institucional de largo plazo para la cual fueron concebidas.
En el caso de la salida del gobernador del Banco de México, hay quienes señalan que su salida responde a un interés legítimo por acceder a ocupar un cargo en la institución financiera internacional más antigua. En su momento él contendió para el Fondo Monetario Internacional pero entonces quedó claro que en la práctica ese organismo es ocupado por europeos, como el Banco Mundial lo es por estadounidenses.
Preocupa la forma y fondo del cambio, el que este tipo de anuncios típicamente se realizan en viernes para evitar que los mercados sobrerreaccionen y se tenga el fin de semana para mediatizar la volatilidad derivada del anuncio.
La salida de Carstens es relevante precisamente por haber sido éste un muy reconocido banquero central que ayudó a enfrentar, con una técnica impecable y con un margen de maniobra derivado de su prestigio internacional, los complejos momentos que ha vivido el mundo y el país, particularmente en los años y meses recientes. Un gobernador independiente y de prestigio con la autoridad moral para señalar los errores en el manejo del déficit y la deuda pública del gobierno federal; incluso enmendando la plana a la SHCP sobre los errores en el manejo de las finanzas públicas.
La salida de Carstens no sólo elimina ese contrapeso, sino que además abre un espacio para que, en la designación del nuevo gobernador, se dé pie a intereses políticos de corto plazo que comprometan la estabilidad financiera del país.
El objetivo legal e institucional del Banco de México es procurar la estabilidad del poder adquisitivo de la moneda y, por ello, su actividad está directamente relacionada con el control de la inflación y la estabilidad de la paridad cambiaria. La tentación en esta coyuntura de pretender utilizar al banco de México como mecanismo de impulso al crecimiento económico de corto plazo, es riesgosa y grave. Parafraseando a un exgobernador de Banxico, si los bancos centrales pudieran incidir en el desarrollo nacional, no existirían países pobres.
Por otro lado, a nivel internacional, el prestigio del aún gobernador del banco central es tal que a una llamada telefónica puede mandar la señal de estabilidad que requieren, en un entorno externamente volátil, los grandes actores de decisiones financieras a nivel mundial.
Ante este cambio y el proceso de remplazo, las instituciones del sector privado y de la sociedad deberemos estar atentas para evitar que se incurra en acciones que pongan en peligro la estabilidad económica y, sobre todo, propicien fenómenos inflacionarios que en el pasado fueron los que destruyeron la capacidad adquisitiva de los hogares en el país. La inflación y la destrucción de los ingresos de las familias están siempre a un tiro de piedra de acciones irresponsables y visiones de corto plazo de los gobiernos, particularmente cuando se privilegian los resultados de corto plazo y las ganancias electorales.
Simultáneamente, por la relevancia de este tipo de cambios, se realizan de manera institucional y conjunta con el gobierno, aun cuando se trate de un organismo autónomo con el caso de Banxico. El anuncio, que ni sé cómo filtraron en la mañana, manda una señal de falta coordinación que es tomada como preocupante por los mercados financieros nacionales e internacionales.
El autor es politólogo, mercadólogo, especialista en economía conductual, columnista en El Economista y director general de Mexicana de Becas, Fondo de Ahorro Educativo.