¿Qué tiene que pasar para el tipo de cambie baje de 20 pesos por dólar?

El tipo de cambio ha subido 84% desde su nivel más bajo en el 2013 de 11.9364 pesos por dólar. Sólo en el 2016 el peso se depreció 26.8% (desde su punto más bajo en abril, hasta su punto más alto en noviembre), como consecuencia de la incertidumbre respecto a China, las caídas en el precio del petróleo, el proceso de normalización de tasas de la Fed y la retórica de Trump en contra de la economía mexicana. En el 2017, el peso ha alcanzado un máximo histórico de 22.03 pesos por dólar, durante una conferencia de prensa de Trump en donde dijo que no tardaría en iniciar el proceso de negociación del TLCAN, noticia que fue precedida por varios tuits hostigando a armadoras que producen en México y por el anuncio de Ford de ya no construir la planta que tenía programada en San Luis Potosí.

Así, es fácil darse cuenta que el tipo de cambio es muy sensible a las noticias del exterior, particularmente a lo que diga Trump, ahora presidente de Estados Unidos. De hecho, el tipo de cambio de equilibrio, que se calcula a partir del diferencial de inflación, se calcula en 18.21 pesos por dólar. La diferencia entre el tipo de cambio actual y los 18.21 son producto de: 1) la especulación (apuestas en contra del peso en el mercado de futuros y aumentos en la demanda de dólares en el mercado spot), 2) movimientos de capitales (inversión de cartera) debido a expectativas económicas y calificación crediticia y 3) movimientos de capitales (inversión directa) debido expectativas económicas y cambios en la regulación.

Así, para que el tipo de cambio bajara de 20 pesos por dólar se tendría que dar un escenario en donde: 1) Trump cambiara su retórica en contra de México hacia la colaboración, en lugar de una agresiva renegociación del TLCAN, 2) se restableciera la confianza en que en México el flujo de inversión extranjera directa seguirá creciendo, 3) la inflación no sobrepase de manera sostenida el objetivo de Banxico, 4) sigan entrando de manera estable capitales a los instrumentos financieros de México, 5) el precio del petróleo subiera o se tenga la expectativa de cerrar la brecha que sostiene el exceso de oferta de este hidrocarburo y 6) que la calificación crediticia de México ya no estuviera en riesgo de recorte (algunas las calificadoras tienen la deuda soberana de México en perspectiva negativa, probablemente por el crecimiento acelerado de la deuda en los últimos años). Cabe destacar que de manera indirecta la calificación crediticia depende también de Trump, ya que si el consumo y la inversión llegaran a deprimirse considerablemente en México, el gobierno tendría que aumentar su gasto para compensar un poco vía programas sociales.

Partiendo del punto 1, de la retórica de Trump depende directa e indirectamente una gran parte del crecimiento de México debido a que el 25% del PIB de nuestro país son exportaciones, de las cuales el 80% va hacia Estados Unidos. Al interior de las exportaciones, destacan las manufacturas, particularmente las de fabricación de equipo de transporte, sector que Trump se ha encargado de hostigar con amenazas de aranceles de 35%.

Así, si Trump por alguna razón dejara a un lado la renegociación del TLCAN o sólo se enfocara en su modernización sin afectar seriamente a la industria automotriz, el mercado cambiario estaría más tranquilo y eso permitiría que las apuestas en contra del peso bajaran. Si esto se da en un escenario en donde Trump se enfoca en un mayor gasto en infraestructura en Estados Unidos podría beneficiar a México por el mayor consumo de productos importados. En este escenario el tipo de cambio podría bajar hacia 18.50 pesos por dólar y la economía crecer alrededor de 3%. Sin embargo, sigue siendo el escenario menos probable. En el escenario más probable se espera que se inicie la renegociación del TLCAN y que baje la IED que llega a México. Con esto el tipo de cambio tiene una alta probabilidad, desde el punto de vista económico, de subir a nuevos máximos históricos.

Cabe destacar que en el discurso inagural Trump no anunció ningún decreto y se limitó a referirse a “América Primero”. ¿Fue su discurso una señal de un mandato débil y lleno de demagogia? Ojalá que sí.

Gabriela Siller; PhD
Director de Análisis Económico-Financiero.
Banco BASE

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