¿Resistirá la inflación al gasolinazo?

El 1° de enero de 2017 se puso en marcha el nuevo esquema de venta de gasolinas en nuestro país. Dos grandes cambios reflejan este hecho: se elimina el precio único fijado por el gobierno y 2) se da la posibilidad de que existan diferentes estaciones de gasolina de varias empresas y no sólo de PEMEX. El gobierno federal generalmente utiliza la política de precios como una estrategia fiscal para mejorar la distribución de la riqueza. En específico, busca defender el poder adquisitivo de ciertos grupos de la población (los de menores ingresos); sin embargo, en la mayoría de las veces estas políticas fallan y generan efectos nocivos e incentivos perversos, sin poder cumplir con sus objetivos finales. En el caso de las gasolinas, en algunas ocasiones el gobierno subsidiaba el precio para evitar alzas considerables en el costo del combustible al consumidor final, pero el modelo es insostenible y no sólo atiende a grupos de la población considerados como vulnerables. Este esquema de liberalización del precio es resultado de la reforma energética aprobada durante la Administración del Presidente Peña Nieto.

Sin embargo, a diferencia de las otras reformas estructurales implementadas en el país, en particular la de telecomunicaciones, los efectos positivos en los consumidores de la reforma energética se reflejarían principalmente en el mediano y largo plazo. Aunque el proceso de liberalización del precio será gradual y por regiones, de forma inmediata el precio del combustible aumentó entre el 15 y 20% en el país, ya que los costos de importación y de logística ya no serán subsidiados por el gobierno. Ahora el precio depende de tres factores: el precio internacional de la gasolina (precio en EUA, en dólares), el costo de transportarla a las diferentes regiones de México y los impuestos que cobra el gobierno mexicano por la venta del combustible. El gobierno federal ha dado a entender que la razón de este aumento en el precio es que en el último año el peso mexicano se depreció 20% frente al dólar y el precio promedio de la gasolina en EUA aumentó 10.0%. Sin embargo, antes del gasolinazo de inicio del año el precio de la gasolina en EUA era 11.0% más barata (en pesos) de lo que costaba hasta el sábado pasado en México.

Además de que el precio en EUA aún está 45% por debajo de lo que le costaba a un ciudadano estadounidense durante la crisis económica de 2008-2009. Gran parte de este incremento es resultado de una política energética en los últimos 70 años que llevó a México a depender de las importaciones de gasolina, en lugar de refinarlas en el país. México hoy compra en el exterior seis de cada 10 litros que consume (principalmente de EUA). Además, desde que el precio del petróleo bajó más del 50% (en 2014), el gobierno al no disminuir el precio al consumidor de la gasolina, ha pasado de subsidiarla directamente a cobrar un impuesto por el diferencial. Este impuesto le ha sido muy útil para cubrir la importante baja de ingresos públicos relacionados con la producción y exportación de petróleo. Sin embargo, en 2016, el diferencial disminuyó con la recuperación del precio de las gasolinas, mismo que para este año lo fijarán en un porcentaje de impuesto (IEPS) de más del 20%. Lo que explica el por qué el precio de la gasolina para este año será mucho más alto que el observado en EUA.

Es probable que en los próximos años, Pemex pueda satisfacer las necesidades internas de gasolina. Como resultado de la reforma energética, se estiman inversiones extranjeras para ello alrededor de 20 mil millones de dólares. Esto podría provocar que el costo de la gasolina dependa menos del internacional y del tipo de cambio, y quizá en el mediano plazo permita tener un precio al consumidor más competitivo contra el que se vende en EUA. Sin embargo, en el corto plazo, el impacto será negativo para el consumidor: ya que se le reduce su ingreso disponible al aumentar el costo de gasto cotidiano.

El consumidor no sólo se verá afectado por el impacto que tenga en su gasto con el aumento en la gasolina, sino que también sobre muchos otros productos y servicios que aumentarán de precio para cubrir la subida del costo de sus insumos de transporte. La gasolina es considerada el principal bien y servicio con efectos multiplicadores en los precios de otros bienes. En los últimos meses, el productor ha enfrentado mayor inflación que el consumidor debido a la fuerte depreciación del tipo de cambio que afectó el precio de sus insumos (la mayoría importados), así como mayores costos de financiamiento por los constantes incrementos en las tasas de interés. Los productores de los bienes y servicios, tendrán un incremento en sus costos debido a su pago adicional en su combustible. Es muy probable que en el corto plazo, el empresario busque trasladar parte de estos nuevos mayores costos en el precio final de los bienes y servicios, lo que presionaría a la inflación al consumidor y las expectativas los agentes económicos de futuras alzas en precios.

La inflación en México cerrará 2016 cerca del 3.50%, pero es probables que continúe con la tendencia alcista y quizá alcance hasta el 5.0% en algún momento del año, para cerrar 2017 en niveles cercanos al 4.5% anual. El incremento en el precio de la gasolina provocará que la inflación mensual en enero sea cercana al 1.0% (4.0% anual). La estabilidad de precios siempre es un escenario frágil y vulnerable, por lo que la tasa de inflación puede aumentar de forma rápida en poco tiempo. Las tasas de inflación altas persisten en la memoria de la gente y tienen efectos adversos duraderos. Lograr la estabilidad de precios ha sido muy difícil para la autoridad monetaria, pero mantenerla es igual de trascendental. Bajo este escenario, el Banco de México se vería en la necesidad de intervenir para desinflar esas posibles presiones inflacionarias. La forma de hacerlo sería a través de una política monetaria restrictiva, esto es, aumentos en tasas de interés. Si ya en el pasado, la autoridad monetaria había decidido subir el costo del dinero anticipando futuras presiones en precios, si estas se materializan, tendría razones suficientes para continuar con esa política.

Estas alzas continuas en tasas de interés, tarde o temprano afectará el potencial de crecimiento, por lo que podría tener efectos negativos en el ya por sí ritmo modesto de crecimiento del PIB de México de los últimos años. Todavía es prematuro anticipar la tendencia de los precios en el 2017. También puede darse la situación de que el precio de la gasolina, al ser un incremento de una sola vez, no se traduzca en inflación y que no haya efectos en cadena en otros precios de bienes y servicios. Mientras esta incertidumbre se disipa, la autoridad monetaria debe estar muy atenta a la evolución de este indicador, así como de las expectativas de los analistas.

Sin duda, el proceso de liberalización del precio de la gasolina tiene un lado positivo para la economía nacional, al generar un mercado de combustibles más eficiente, aumentar la competencia entre proveedores de este bien y evitar destinar recursos públicos en controles de precios ineficientes. Pero, parece ser alta la carga fiscal que se le aplica a un bien de primera necesidad para gran parte de la población. Además de que no parece ser el momento más adecuado para su aplicación, al inicio de un año plagado de incertidumbre por la fragilidad de la economía interna y amenazas de políticas externas. En el ínter, el gobierno federal deberá de asegurar que estas condiciones de eficiencia se mantengan y sin dejar de ver el traspaso que podría tener a la inflación.

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