Un 14 por ciento de la población en México padece de talla baja, lo cual en el caso de los niños los hace susceptibles de acoso escolar, señalaron aquí especialistas en endocrinología y psiquiatría infantil.
En conferencia de prensa, Oscar Flores Caloca, endocrinólogo pediatra, y Carlos Legoff González, psiquiatra infantil, expusieron la importancia de detectar y atender desde temprana edad el padecimiento de una forma interdisciplinaria.
Flores Caloca explicó que “talla baja por definición es cuando el niño está por debajo del 97 por ciento, de los niños, para su edad y sexo, cuando los papás se pueden dar cuenta fácilmente, es cuando el niño es primero o segundo de la fila del salón”.
Indicó que de acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), México es uno de los países con los más altos índices de acoso escolar y entre los motivos más frecuentes se encuentra la baja estatura de los niños, ya sea que causada por factores genéticos o bien por un trastorno conocido como talla baja.
El promedio nacional de talla baja es de 14 por ciento, pero si se establece por zonas, el porcentaje varía, pues en el norte es de nueve y en el sur de 20, agregó.
“Hay las variantes normales, las más frecuentes, que son la talla baja familiar o genética, papás pequeños-niños pequeños, papás altos-niños altos, se lleva el 40 por ciento de las causas; la que sigue es el retardo constitucional del crecimiento o desarrollo, coloquialmente lo conocemos como el niño que crece tarde, pero bien, el tragaños, son el otro 40 por ciento”, expuso.
De esta forma, “el 80 por ciento son variantes de la normalidad que no se les da tratamiento, solamente se les vigila, en el 20 por ciento ya entran las enfermedades, que son los pacientes que nos llegan a la consulta del endocrinólogo pediatra, que es el que se encarga precisamente para ver estos trastornos”, dijo.
“De enfermedades, empezamos por las sistémicas, como problemas renales, pulmonares, cardiacos, gripas, infecciones unidas, cualquiera de ellas, sabemos que el crecimiento es un factor de bienestar, un niño que no crece, hay que buscar una enfermedad, nos han llegado a la consulta desde niños con parásitos, tan simples, como tumores en la cabeza”, expuso.
Después, manifestó, “nos vamos a las hormonas, primero hipotiroidismo, hormona de crecimiento, trastornos del cortisol y vitamina D, y los síndromes genéticos que son más raros, el más clásico es la gente pequeña, acondroplasia, hipocondroplasia, que es infrecuente, pero sí se ve”.
El especialista señaló que la consulta por endocrinología pediátrica por talla baja equivale a un 20 por ciento del total y aunado a ello, los menores afrontan el “bullying” o acoso escolar.
En ese orden, expresó, a partir de los dos años y hasta los 12, se pueden atender y proceder a tratamientos con resultados positivos, a través de la hormona del crecimiento.
Citó que farmacéuticas como Merck expenden el tratamiento, el cual se aplica con el llamado “Easypod”, un dispositivo donde no se ve la aguja, programa la inyección y confirma la correcta aplicación del tratamiento por parte del mismo paciente y sus familiares.
Durante un mínimo de año y medio se debe aplicar la hormona del crecimiento y puede retirarse a los 14 años y medio en niñas y a los 17 en niños, añadió Flores Caloca.
En tanto, el psiquiatra infantil, Carlos Aarón Legoff González, señaló que los menores con talla baja suelen ser acosados en la escuela y mostrar cambios en su actitud o problemas de autoestima.
“Por el otro lado, pueden ser sobreprotegidos, tanto por familiares, como por maestros, volviéndolos dependientes y con dificultades para enfrentar por sí mismos los problemas de la vida diaria”, manifestó.
“Desde los seis o siete años de edad, estos pacientes se comparan con otros niños y aprecian que existen diferencias físicas; el descubrimiento de su baja estatura los puede hacer percibirse dañados o vulnerables”, expuso.
En contraparte, “suelen compensar esta desventaja con cambios en la conducta que varía desde adoptar tendencias agresivas, o bien volverse retraídos y poco sociables; la presencia de acoso por parte de sus compañeros agrava esta situación, incidiendo en el desarrollo posterior de su carácter”, dijo.
Ante este hecho, enfatizó la importancia de dar un seguimiento constante al crecimiento de los niños, desde el momento que nacen y hasta llegar a la adolescencia, para detectar una posible talla baja.
Esta acción permitirá dar el tratamiento adecuado y oportuno con hormona de crecimiento, que evite a los pacientes pasar por situaciones complicadas, tanto clínicas como psicosociales y que les garantice alcanzar plenamente su potencial genético de crecimiento, resaltó.
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