La importancia de la confianza en la contratación de productos financieros

“Nunca inviertas en un negocio que no entiendes”. Warren Buffet, inversionista estadounidense

Para las personas promedio – ahorradores, inversionistas, familias, jóvenes o adultos – los productos financieros que contratan tienen, en muchos casos, un cierto nivel de componentes que les son desconocidos.

En algunos casos, este desconocimiento se deriva de la falta de claridad explícita a nivel de venta y contractual, en los servicios que contratamos. En ocasiones, por ejemplo, cuentas aparentemente básicas de cheques, presentan una enorme cantidad de información adicional relacionada con cobro de comisiones, cargos por consultas y otros factores que pueden terminar por afectar el beneficio potencial del producto financiero.

En otros casos, se trata de productos que por las características técnicas que determinan su funcionamiento, escapan en muchos casos al conocimiento de quienes contratan dichos servicios. Así, por ejemplo, existen hoy sociedades inversión que como resultado de las características de los activos financieros en que se invierte, pueden presentar comportamientos que, para el inversionista promedio resultan desconocidas, provocando en ocasiones sorpresas dada la poca comprensión que se tiene sobre sus condiciones reales de operación y, consecuentemente, de sus resultados.

Un ejemplo se da con ciertas sociedades inversión o instrumentos de los (mal) llamados de renta fija. Hoy, estos instrumentos, cuya denominación correcta es de instrumentos de deuda, genera para el inversionista una percepción de retornos garantizados y asegurados en el tiempo, sin que se conciba la posibilidad de variaciones a la baja en el patrimonio invertido.

Sin embargo, en distintos momentos, derivado de las fluctuaciones que las tasas de interés pueden mostrarse como resultado de ajustes internacionales (derivados por ejemplo de los cambios en la tasa de referencia en Estados Unidos) o de modificaciones en la política económica interna (derivados de los ajustes que hace Banco de México), pueden presentarse en momentos de volatilidad que provoquen minusvalías; reducciones al patrimonio neto ahorrado, que son incomprensibles para muchas personas.

Existen fenómenos que en este sentido pueden resultar contra intuitivos. Por ejemplo, los recursos invertidos en un instrumento de inversión a un a una tasa fija, como muchos de los instrumentos de deuda, puede verse afectados a la baja en momentos en que las tasas suben; beneficiándose, por el contrario, cuando se producen movimientos de tazas hacia la baja.

En el estudio The role of trust in financial customer–seller relationships before and after the

financial crisis, de T. Hansen, se determinó que, para la mayoría de los consumidores de servicios financieros, resulta más relevante su percepción de satisfacción con un producto financiero, que la confianza que el mismo servicio o proveedor del servicio les provoca.

Ello, si bien es explicable, también puede resultar peligroso. Si un consumidor de servicios financieros no cuenta con información adecuada que le genere un adecuado nivel de confianza sobre el producto que contrata, puede tener la falsa percepción de satisfacción de corto plazo, sin que entienda los riesgos o costos implícitos o no evidentes que a la larga afectan su patrimonio.

De ahí la importancia que, como ahorradores, conozcamos lo más puntualmente posible cuáles son las características técnicas y de operación de los productos financieros que contratamos; en particular de aquellos que de manera puntual afectarán el desempeño de nuestra inversión: el nivel de tasa, las condiciones de contratación general, el nivel de riesgo; deben ser reconocidas de antemano y comprendidas a cabalidad.

Existen fenómenos conductuales que muestran que, en periodos de bajas tasas de interés, las personas tienden a disminuir su aversión al riesgo y en ocasiones incurren en inversiones arriesgadas tratando de ganar un rendimiento mayor sin conocer cabalmente el alcance del riesgo adicional que asumen.

Escoger únicamente una satisfacción de corto plazo y sin conocer y media la confianza en un servicio financiero, puede provocar a la larga descalabros patrimoniales de consecuencias negativas para las familias.

El autor es politólogo, mercadólogo, especialista en economía conductual, columnista en El Economista y  director general de Mexicana de Becas, Fondo de Ahorro Educativo.

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