Espectadores apáticos o ciudadanos solidarios

En días recientes, las organizaciones Alto al Secuestro y Mensajeros Urbanos realizaron cuatro simulaciones de eventos de secuestro en el Centro Histórico de la Ciudad de México.

Los testigos optaron por ver sin intención de intervenir y algunos apresuraron el paso. Todos ignoraron los gritos de ayuda de las víctimas.

No es fácil, desde luego, que el testigo de un evento de secuestro intente impedirlo. ¿Qué hacer, entonces?

De ser posible, retener algún dato relevante, como ubicación del lugar, número de placas y características físicas de la víctima y de los agresores. Y desde luego tener presentes los números de emergencia, como el 911, el 089 de la Policía Federal o el 088 para denuncias anónimas.

Si bien resulta comprensible que las personas no intenten impedir el hecho delictivo, no es tan claro por qué sólo una, de entre los cientos que presenciaron las simulaciones, haya marcado el 911.

Quizá sea por la misma razón que algunos de los testigos, al ser interrogados por los equipos organizadores, respondieron que no habían visto nada. Preferían no saber, no sentirse responsables.

En todo caso, ¿qué hace que la mayoría de la gente opte por no involucrarse en situaciones de emergencia, incluso cuando no hay riesgo, como cuando alguien da muestras de requerir ayuda médica en la vía pública, por ejemplo?

El ejercicio realizado por Alto al Secuestro evoca el fenómeno conocido como el Espectador Apático o el Efecto Espectador.

En 1968 los investigadores John Darley y Bibb Latané efectuaron experimentos que revelaron que las personas son menos propensas a ayudar en caso de una emergencia si hay otras personas presentes y que, en contraste, la gente reacciona más si hay menos cantidad de personas alrededor de un caso de emergencia.

Lo que motivó a Darley y Latané a interesarse en el tema fue el homicidio de Kitty Genovesse, en 1964, crimen cometido en la calle y que tuvo varios testigos, sin que ninguno interviniera.

Los experimentos de estos investigadores detectaron que 85 por ciento de las personas que enfrentaron solas la cercanía de la emergencia intentó hacer algo, como dar la voz de alerta y pedir ayuda, en tanto que en sólo 31 por ciento de los casos alguien hizo esto cuando los testigos eran muchos.

La explicación de este comportamiento de Espectador Apático abre dos vertientes, entre otras:

1. Difusión de responsabilidad, que ocurre cuando debido a que hay más personas el individuo piensa que otras intervendrán o reportarán el hecho y, como resultado, se siente menos responsable.

2. Ignorancia pluralista, que se refiere a la mentalidad de que, puesto que nadie está reaccionando ante la emergencia, mi ayuda personal no es necesaria.

Investigaciones posteriores revelan que las personas podemos vernos influidas por la conducta del grupo. Así, en el instante de la emergencia puede imponerse la regla de No ayudar (presión social momentánea para no actuar). Cuando alguien toma la iniciativa de intervenir, normalmente otras personas se suman, como si la primera acción hubiera cambiado la regla por la de ayudar.

Tiene sentido reflexionar a priori sobre nuestra eventual conducta frente a un caso de emergencia. No dejemos nuestra eventual reacción a la inercia del instante. Tan importante es preservar nuestra seguridad como ejercer nuestra solidaridad.

Twitter: @mfarahg

Secretario general de la Cámara de Diputados y especialista en derechos humanos.

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