Manual del Terrorista: el caso Boko Haram

El secuestro de 120 adolescentes hace ya más de un mes ha tenido en vela a la comunidad internacional por la vileza de los hechos. Lo mismo campañas en redes sociales que declaraciones de las naciones más poderosas del mundo –Estados Unidos de Norteamérica, Francia, Reino Unido, Israel– han planteado un escenario de negociación de muy alto nivel; posiblemente, demasiado alto.

Todo acto terrorista tiene dos dimensiones: significados y objetivos. El primero consiste en mandar un mensaje contundente para generar un nuevo criterio con repercusiones sociales; el segundo, se traduce en las demandas específicas a obtener.

Boko Haram es, así, un grupo extremista religioso con prácticas terroristas pues ha usado la violencia —secuestro, conversión religiosa— para mandar un mensaje a la comunidad musulmana en África: las niñas no deben estudiar pues el Corán dice que fueron creadas para servir a un hombre.

El mensaje, nos guste o no, ha llegado profundamente a las conciencias de los padres quienes preferirán –seguramente– hijas ignorantes vivas que hijas educadas muertas. Boko Haram ha ganado, así, el primer punto a obtener. La publicidad que ha recibido de la comunidad internacional ha reforzado, sin quererlo, esta primera victoria.

La batalla se pelea respecto al segundo punto, los resultados a obtener; el modelo de actuación simple de cualquier grupo terrorista tiene las siguientes etapas:

1. El terrorista debe tener bajo control a la víctima para que pueda comunicar la amenaza y presentar las exigencias al gobierno en cuestión. (Esto ocurrió la noche del 14 de febrero cuando Boko Haram secuestró a las 120 adolescentes estudiantes).

2. El terrorista debe mostrar que está dispuesto a cumplir las amenazas en caso de que sus demandas no sean satisfechas. (Se trata de la fotografía de las niñas difundida el lunes 12 de mayo).

3. El gobierno modifica su modelo de actuación y cede a las peticiones del terrorista.

4. Si el gobierno desafía al terrorista entonces éste cumple sus amenazas.

El mantra político que anuncia que “no se puede negociar con terroristas” hunde sus principios en la idea de no reconocer como un interlocutor válido a un grupo que chantajea mediante la violencia. Sin embargo, también sabemos que es una práctica común para ganar tiempo y —de esta forma— permitir que los sistemas de inteligencia que hagan su trabajo.

Me parece que en los próximos días veremos cómo el gobierno de Nigeria —realizará elecciones el año que entra— utilizará a todo su arsenal de inteligencia y diplomacia para salvar la vida a las niñas. Una derrota o una mala negociación serían históricamente imperdonables.

Boko Haram hizo un planteamiento fuerte y, todavía, tiene la sartén por el mango. Así, han ganado la primera batalla. ¡No dejemos que ganen la guerra!

[email protected]
Twitter:
 @ValHumanrigther

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.