Perdóname México

 

Hace un par de semanas escribí en este espacio que los mexicanos somos envidiosos y aprovechados, estaba decepcionado de mi gente – http://unaventanaalperiferico.blogspot.mx/2017/09/mexicanos-envidiosos-y-aprovechados.html -, hoy quiero, con todo el dolor de mi corazón, decir que estaba equivocado, que este pueblo de México me calló la boca y que no hay nada más sólido que el corazón de los mexicanos.

Porque, en cuanto se enteraron de la tragedia, salieron a ayudar, como fuera, escarbando, cargando piedras, quitándose la camiseta para donarla, recolectando fondos, sumándose a las labores de acopio. Sin comer, sin beber, sin descansar. El damnificado es primero, aunque no lo conozca, aunque no lo haya visto nunca antes en mi vida. Así, se levantan las mangas de la camisa y se ponen a ayudar. Hoy somos hermanos y estamos preocupados por el de junto.

Porque este México no espera a que lo rescaten, no, se rescata él solo, se rescata a sí mismo sin esperar nada. La piel del mexicano se engrosa y hace lo imposible para salir adelante. Las muestras de solidaridad y el corazón de la gente se han visto reflejado en todos lados. Escenas desgarradoras, pero llenas de ternura. La parte más humana, la mejor, es la que el ciudadano común ha mostrado. El mexicano no se rinde ante la tragedia, sigue trabajando, se sigue esforzando y hasta canta, porque también de dolor se canta cuando llorar no se puede.

¡Bravo México! Bravo por tus hijos, por tus soldados, por tus maestros, por esa sociedad extraterrestre que te va a volver a levantar. Bravo por todos los que ayudan y por todos los que donan. Bravo por este país que, otra vez, sorprende al mundo entero. Bravo, porque no he visto ni un solo meme burlándose de la desgracia.

¡Te quiero México! Eres más grande de lo que siempre te creí. Estoy orgulloso de este país y de esta gente que ante la tragedia y la desolación se levanta y levanta a los suyos. Ahora entiendo, es cierto, como México no hay dos.

Claro que no faltan las ratas, no necesito describirlas, esas sí, de verdad, no tienen la menor madre.

Obituario: Ahora viene la parte donde todos los políticos se suben al camión que la sociedad echó a andar.

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