¡Protege así tu bolsillo del desastre!

Ayer se cumplió una semana del nuevo gran sismo del 19 de septiembre que, literalmente, ha sacudido el centro del país con graves consecuencias. Uno no quisiera que estas cosas sucedieran, pero por desgracia, tan solo por nuestra ubicación geográfica, en México nunca podremos estar exentos de desastres recurrentes como inundaciones, huracanes y terremotos, sin hablar de otros, como los incendios.

Desde el punto de vista económico y financiero, este tipo de tragedias deben hacernos recordar lo importante que es estar preparado para acontecimientos posibles y probables, que de presentarse, pueden provocarnos a nosotros o a nuestras familias y patrimonio, un daño severo.

Claro, hay pérdidas irreparables como la de un ser querido, pero otras que, por ser materiales, sí que pueden ser cuando menos, compensadas.

Para eso existen instrumentos financieros como los seguros. Los hay de todo tipo, pero hace falta que tener una cultura de la previsión para adquirirlos, pues por su propia naturaleza, no se pueden comprar cuando ha sucedido ya el siniestro contra el que nos cubrirían.

Según la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera 2015, en México sólo el 24.8 por ciento de la población adulta total entre 18 y 70 años, cuenta con algún tipo de seguro. De estos, el 74.5 %, o sea 3 de cada 4 personas tiene seguro de vida, un 36.3 % seguro de auto, 27 % seguro de gastos médicos, 14.4 % seguro personal contra accidentes y sólo 12.3 % seguro de casa.

De acuerdo con cifras de la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros, nada más el 4.5% de los propietarios de vivienda en el país cuenta con una póliza de casa sin estar vinculada al crédito hipotecario. Esto es bastante preocupante, sobre todo como le digo, cuando estamos tan expuestos a muchos riesgos, naturales y no naturales, en especial, en centros urbanos como la Ciudad de México.

A propósito de ella, siempre se ha sabido que la mayoría de su territorio habitado se encuentra sobre una antigua zona lacustre que fue desecada. De manera que el suelo sobre el que se asientan las construcciones es propicio para magnificar movimientos telúricos que tanto nos han afectado. Ese es un motivo más que suficiente para que todas las edificaciones cumplan con estrictos estándares de construcción, pero también, para que todas tuvieran seguro.

En este sentido, cabe recordar que la vivienda suele ser un activo que representa un amplio porcentaje del patrimonio de las personas, por lo que cuando ocurre una desgracia y no se tienen las coberturas adecuadas, las pérdidas pueden ser millonarias y muy difíciles de recuperar.

Algunas personas ven a los seguros como un costoso gasto innecesario, pero créame, en el mercado hay una gran variedad de productos desde muy básicos y económicos, que le van a cubrir de acuerdo a sus necesidades y exposición al riesgo. En particular, los seguros de casa no suelen tener precios elevados.

En todo caso, recuerde que le puede salir mucho más caro no tener seguro, que pagar las primas. Le invito pues a revisar por Internet las opciones que existen, y así contribuir, siendo más responsables con nuestro dinero, a la cultura financiera de previsión que no puede más que hacernos bien.

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