Los héroes del 2017

La última columna del año la dedico a las mujeres y a los hombres cuyas acciones políticas contribuyeron en la construcción de los ideales de la convivencia democrática conforme a los derechos humanos.

En 2017 los principios de igualdad, libertad y legalidad que inspiran y dan cuerpo al lenguaje de los derechos fueron vapuleados, ignorados y ofendidos. Estos 365 días han sido un periodo de resistencia, de valor y de lucha constante. Nuestro silencio no será cómplice de las tropelías de las palabras de la discriminación y la violencia que inundaron los titulares y las legislaciones globales.

He de reconocer la valentía y la honestidad del fiscal especial para la interferencia rusa, Robert Mueller, cuyo trabajo es la vía que abriría el proceso de destitución de Trump. Mueller es un sabueso que ha obtenido evidencia de los círculos más cercanos al presidente; con ello no busca demostrar la intervención rusa en sí, sino el delito de obstrucción a la justicia. Se trata del mismo modelo judicial inculpar al sospechoso por un delito menor que puso tras las rejas a Al Capone. El patriotismo y la integridad de Mueller han mostrado ser inquebrantables pues sus simpatías políticas no se inclinan por el partido demócrata, sino por los republicanos. A pesar de ello, su lealtad está con América, no con el presidente.

Angela Merkel, la premier alemana, dio duras batallas durante este año; enfrentó el despotismo de Trump y de Putin. La garante del pacifismo comunitario no ha conseguido hacer gobierno y esto la ha debilitado en Bruselas. Todo indica que el carisma del presidente francés, Emmanuel Macron, habrá de tomar el liderazgo de la Unión. Esperemos los cálidos días de una primavera en Berlín pero que anuncian que será la última.

Michelle Bachelet, la todavía presidenta de Chile, dio una lección de educación y democracia al llamar telefónicamente en televisión nacional al presidente electo, Sebastián Piñeira. En ambos privó el amor por su país sobre sus intereses partidistas o su proyecto de Estado. Y eso es algo que desde México se extraña mucho.

Hace un par de noches cené con unos amigos canadienses y les pregunté su opinión sobre el primer ministro Trudeau. Me respondieron: “un liberal más”. No alcancé a contener un fuerte suspiro y una confesión sincera: “ojalá tuviéramos muchos así en México”. Trudeau representa, en efecto, la apuesta de gobierno liberal: incluyente, multicultural, tolerante. Y eso, hoy, se necesita tanto como en 1939, al inicio de la Segunda Guerra Mundial.

Lo que más celebro de estos cuatro héroes es que actúan por principios; que no tienen el mal gusto de venderse al capricho de los intereses del poder. Y, sin duda, de vez en cuando tomaron alguna decisión equivocada pues sólo son héroes: ni santones ni mesías salvadores.

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