Investigación a descarrilamiento

Quienes pudieron vivir el descarrilamiento ocurrido 18 de enero pasado en Jardines de Casa Nueva, Ecatepec, hablan de una escena de pena y dolor, ya que el vagón que transportaba semillas se desenganchó y salió de las vías, para impactarse en dos domicilios. Por este accidente se ha ordenado la integración de una comisión investigadora. La Agencia Reguladora del Transporte Ferroviario (ARTF), a cargo de Benjamín Alemán, será la encargada de aclarar qué sucedió.

Ahora las concesionarias, Ferrocarril y Terminal del Valle de México SA de CV (Ferrovalle) y Kansas City Southern de México SA de CV (KCSM), involucradas en el siniestro, deben presentar, ante la Comisión, un informe técnico en el que se establezcan, entre otros detalles, las causas y circunstancias que lo originaron, así como la valoración de los daños causados, permitir el acceso a instalaciones por parte del personal designado y proporcionar en todo momento la información y/o documentos inherentes con este evento, que obren en su poder.

Pero más allá de las conclusiones de la investigación, el lamentable hecho debe servir de una lección más, porque la facilidad de compensar por “incidentes” permite a las empresas del negocio ferrocarrilero seguir registrando jugosas ganancias sin que atiendan los problemas que existen en toda su cadena de negocio. Apenas en la tercera semana de diciembre de 2017, en El Salto, Jalisco, se registró el choque de tren y autobús que dejó dos muertos y 43 heridos. Y quién no recuerda el tristemente accidente de enero de 1915, que cerca de un barranco, justamente en Guadalajara, dejó más de 600 muertos, debido a un error en los frenos. Hay que ver entonces si esta comisión no se creó como otras en la historia de México, que al final no sirven para nada, más que para olvidar lo que sucedió.

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