México pierde atractivo para invertir

Según ha publicado el diario El Economista, la encuesta número 21 de la firma Price Waterhouse Coopers –realizada entre más de mil 900 directores generales de empresas de 85 países-, revela que México ha dejado de estar este año entre los 10 países más atractivos para invertir, al colocarse en la posición número 13. En 2017 estaba en octavo lugar.

Estados Unidos, China, Alemania y Reino Unido se mantienen como los cuatro primeros.

El sondeo revela asimismo, que entre los mayores riesgos para el desempeño económico de América Latina están el avance del populismo, una mala infraestructura básica, aumento de impuestos, sobrerregulación y hasta terrorismo.

Es un hecho que a esta pérdida de atractivo de nuestro país, ha abonado mucho la aversión al libre comercio del presidente de EU, Donald Trump, que tiene en alto riesgo de cancelación al TLCAN.

Esta caída en el atractivo de México, sin embargo, puede ser revertida a pesar de todo, si hacemos las cosas bien.

¿Qué es hacer las cosas bien? Por ejemplo, haciendo que llegue a la presidencia alguien que dé certeza a los inversionistas de que sus capitales no estarán en riesgo. Piénselo. Usted mismo no querría invertir en un país donde cada nuevo gobierno le cambiara las reglas, o donde el gobernante entrante prometiera echar abajo reformas que han traído mayor apertura a sectores como el energético.

Es indispensable también que las autoridades doten de plena seguridad a las personas y garanticen sus derechos de propiedad. Tampoco a nadie le gusta, y menos a quien arriesga dinero invirtiendo, tener el temor de que alguien llegue y le robe, o que le cause algún daño físico, etc.

Pero también –y esto es muy importante-, es indispensable que el gobierno garantice que los precios al público sean los más bajos que sea posible, y esto no se logra controlando los precios como en Venezuela (lo que causa escasez), sino abriendo por completo a la competencia interior y exterior, todos los mercados, sin excepciones.

Esto es urgente y ahora más que tenemos presiones inflacionarias fuertes que, tras un esperado ‘bajón’ en enero, podría continuar al alza en los próximos trimestres.

Es crucial abrir los mercados porque dondequiera que existe un sistema cerrado, que sirve sólo a los intereses de unos pocos vendedores (casi siempre amigos del grupo en el poder) con pretextos como el de ‘proteger la industria nacional’, los perjudicados somos los consumidores que tenemos que conformarnos con comprar lo que haya, aunque sea malo y caro.

Del mismo modo, es urgente que el gobierno haga recortes masivos al gasto público que equilibren sus finanzas. México sufre de la enfermedad crónica del déficit público permanente, lo que abona a la debilidad estructural del peso, lo condena a mantener una tendencia a la depreciación y amplía la deuda sin fin.

Lo señalado en el párrafo anterior es un prerrequisito insoslayable para que puedan, eventualmente, bajar los impuestos en el país y recuperar algo de la competitividad perdida en esta materia a raíz de la reforma fiscal que entró en vigor este año en Estados Unidos.

Así que no nos preocupemos por las presiones externas o por lo que haga o deje de hacer Donald Trump, y mejor pongamos manos a la obra en México, que un futuro más productivo, competitivo y de amplia inversión, depende de lo que hoy hagamos bien.

Exijamos a nuestros políticos que así se haga, porque hasta el momento, ninguno de los que se conocen se atreve a proponer lo que aquí hemos apuntado.

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