El reto económico del gobierno del cambio del presidente López Obrador

La transformación del régimen político, que dará inició con el presidente de la República Andrés Manuel López Obrador, tendrá un líder decidido a encabezar un profundo cambio con un poder no acumulado en los últimos 30 años y una popularidad no vista desde Lázaro Cárdenas o Adolfo López Mateos, ello abre una oportunidad económica en México. Nuestro presidente tendrá el poder necesario para hacer los cambios que considere pertinentes, poder que padeció en carne propia por décadas y tiene la credibilidad suficiente para romper con vicios que atan la fuerza del Estado y que impiden que la economía crezca de manera eficiente.

El reto es enorme. México es la economía número 15, pero con la mitad de su población en el total abandono, sin oportunidades para insertarse en el desarrollo y en donde factores como el color de piel, las preferencias sexuales y su origen étnico son motivo para ser condenada a la pobreza eterna. Esta penosa realidad se tiene que terminar.

Hoy día, todos tenemos la oportunidad de cooperar constructivamente al cambio. Existen estados que crecen a tasas superiores a las de los países asiáticos y que no pueden detenerse en su ascenso al desarrollo, pues en buena medida representan la viabilidad financiera del país. Por otro lado, los estados del sureste, teniendo riquezas naturales y turísticas, simplemente decrecen desde hace años.

Todos nos tenemos que poner muy pronto de acuerdo para construir un proyecto económico que atienda estas dos realidades. Lo valioso de la propuesta económica del presidente electo está en poner al centro a los que menos tienen con un Estado fuerte frente a la globalización. Con legitimidad ganada en las urnas, puede establecer una separación entre el poder político y los poderes fácticos, en un país en donde el poder económico ha nacido fundamentalmente del político. El tema estribará en que este cambio debe atender al México en el subdesarrollo sin descuidar al que está camino al desarrollo, de lo contrario nos quedaríamos atrapados en la fábula de Juan y las gallinas, sin lo uno, ni lo otro.

Debemos leer pronto al nuevo presidente porque no va a detener su camino por el cambio. Es momento de ser críticos, pero también generosos ante las propuestas de cambio. Por ejemplo, algunos gobernadores ven en un solo delegado una imposición, la nueva propuesta ve economías de escala, reduciendo representaciones federales que en ocasiones alcanzan 50 por estado sin que ello garantice eficiencia. En otro ejemplo, algunos empresarios ven con reservas el advenimiento del nuevo sindicalismo, mientras el cambio, soportado por el entorno internacional, lo ve como una manera de subir nuestros estándares laborales. Un ejemplo más está en el Congreso de la Unión en donde senadores y diputados, sobre todo de Morena, deben mostrar sincronía con el Poder Ejecutivo, de lo contrario se pueden desvirtuar las políticas públicas, su punto de equilibrio y rentabilidad de largo plazo.

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