La banca en México, bajo el nuevo el nuevo régimen político

A la banca se le puede proponer su apoyo para aumentar nuestros magros niveles de crecimiento endémico.

En el cambio de régimen que se avecina, la banca tiene el llamado a participar de una manera más amplia en el desarrollo. El intempestivo e imperativo amago que el Senado de la República le hizo a los bancos, para intervenir mediante el uso de la mayoría absoluta y con estudios inexactos, para modificar leyes que afecten su modelo de negocios hace necesario entrar a la discusión en cuanto al nuevo papel de la banca en la economía.

Se atina en buscar incentivar el debate para replantear el rol social de la banca; sin embargo, el tema de las comisiones no ha sido el más pertinente. Las comisiones son lo de menos, máxime cuando el diagnóstico está equivocado al comparar, comisiones brutas con comisiones netas y cuando la penetración del crédito per cápita no es comparable con los países desarrollados. Es importante tender puentes entre los sectores político y económico para que lo social comience a tener el lugar que le corresponde.

Es más productivo que la clase política asuma el liderazgo y tomar de la mano a la banca e invitarla a participar en el desarrollo que afectar el desempeño de la economía en su conjunto.

La incertidumbre que nos abraza no necesita presenciar el inicio de una suerte de revancha entre sectores. El mandato popular en las urnas fue fundamentalmente para disminuir la inseguridad y acabar de tajo con la corrupción e impunidad de los políticos, no para echar por la borda a la economía.

La economía número 15 del mundo se ve ante el dilema de contar con la mitad de su población en pleno desarrollo y con la otra mitad en el total abandono. El reto es inmenso pues ni unos, ni otros pueden esperar. Hay que construir una propuesta económica de la mano del gobierno de cambio que encabezará Andrés Manuel López Obrador y su mayoría en ambas cámaras, que asuma el reto de mantener e incrementar el crecimiento económico del país. Todos los bancos de México son determinantes para este propósito.

A la banca se le puede proponer su apoyo para aumentar nuestros magros niveles de crecimiento endémico. Por un lado, hay que ofrecerle un cambio de fondo en la composición de la estructura económica.

De la población, 60% que trabaja lo hace en la informalidad. Los altos costos laborales, altas tasas de impuestos, sobrerregulación de la actividad económica y barreras de entrada, así como falta de apoyos eficientes para el desarrollo de negocios competitivos y productivos han llevado a la mayoría de los mexicanos a la informalidad. Lo anterior, le impacta de manera directa a la banca en tanto le impide crecer orgánicamente en la penetración del crédito y la captación de dinero fiscalizado.

El reducir sustancialmente la informalidad representa un enorme incentivo a los bancos para crecer y aportar más al desarrollo vía créditos y no comisiones.

Por el otro lado, se puede apoyar a la banca extranjera para que una parte de las utilidades que reportan a sus matrices, buena cantidad de éstas producto de las comisiones, sin afectar el valor de sus acciones, pueda quedarse en México para ser colocada en créditos generando utilidades sanas dando origen a un círculo virtuoso.

Estos recursos pueden incluso ser canalizados a través de la banca de desarrollo y en apoyo al crecimiento de los bancos medianos que, dicho sea de paso, merecen la oportunidad de acceder a un mayor tamaño. No existe proyecto político orientado a la sociedad sin el concurso del sector económico en un marco de estabilidad y certidumbre para el clima de los negocios, ello me parece, lo entiende el próximo gobierno.

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