Una nueva etapa, rasgos inéditos y grandes desafíos

La nueva etapa del país se caracteriza por rasgos inéditos y enormes desafíos.

Comienza el gobierno de un presidente de izquierda, con un gran respaldo, conocedor del país casi kilómetro a kilómetro, con tres campañas presidenciales, desapegado de las élites y con arraigo popular.

Llega un presidente que ha integrado en su amplio espectro de colaboradores y legisladores afines a priistas, panistas, perredistas y, desde luego, a quienes lo han acompañado desde la fundación de Morena, muchos de ellos también procedentes de diversos orígenes partidistas.

Arriba un presidente que empezó a gobernar casi desde el instante en el que se conocieron los resultados electorales y que cuenta con mayoría en el Congreso de la Unión y en 19 congresos estatales, lo que le da condiciones para llevar a cabo eventuales reformas constitucionales.

Por primera vez llega un presidente habituado a desempeñarse políticamente desde la oposición y con fuertes raíces en la plaza pública.

De acuerdo con recientes encuestas, son mayoría los que depositan en el presidente Andrés Manuel López Obrador altas expectativas, en tanto que otra parte de la población traduce esas expectativas en incertidumbre.

En su mensaje de toma de posesión, el mandatario enfatizó el gobierno para todos, especialmente para los desposeídos, el respeto a las libertades, el aliento a la inversión y la honestidad como emblema de su administración.

Entre las demandas de mexicanas y mexicanos destaca la seguridad, más aún, la recuperación de la paz, luego de tantos años de violencia y luto.

En la misma vertiente están la corrupción y la impunidad, lastres que maniatan el desarrollo, impiden la certidumbre y cercenan la esperanza, y cuyo combate los electores mandatan, entre otras razones porque es necesario recuperar la confianza en nosotros mismos para dar el gran salto hacia el desarrollo.

Por otra parte, es claro que no hemos sido capaces de cerrar el abismo entre los pocos que tienen mucho y los muchos que tienen poco.

Impedir la perpetuación de la pobreza es una exigencia histórica.

Es indispensable, asimismo, generar riqueza y distribuir sus beneficios para que toda la población sea favorecida por el crecimiento económico y tenga acceso a una vida digna.

Cada mexicana y cada mexicano interpretará este inicio de gobierno según su visión, sus convicciones y su preferencia política, pero algo está cambiando en el país que, en todo caso, requería una sacudida, una despresurización social, especialmente de quienes se sentían más agraviados por su marginación y falta de oportunidades.

Por el bien de México, que esta nueva etapa traiga consigo paz, bienestar social y desarrollo, conservando nuestra probada capacidad para convivir en libertad, diversidad y pluralidad.

Y, especialmente, de mantenernos unidos en lo fundamental.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.