La ética en la economía: el mensaje del combate al robo del combustible

En las últimas semanas hemos sido testigos del inicio del combate al robo de combustible por parte del gobierno del cambio que encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador. El mal y ligeramente llamado huachicol refleja algo más allá que la ordeña de ductos de combustible de Pemex. Es tan sólo una parte del grado de descomposición de los niveles de la falta de toda ética a la que la sociedad mexicana asiste producto de décadas de tolerancia a la corrupción del gobierno y a la impunidad creciente, particularmente de los últimos 12 años.

Hoy la sociedad ha dicho un hasta aquí a esta penosa realidad.

Al mismo tiempo, hemos visto un comportamiento contrastante que debe llamar nuestra atención. Por un lado, la ejemplar acción de la sociedad que con su paciencia ha dado muestra clara de querer hacer las cosas de manera diferente con relación al tema de cambiar muchas cosas que ya hacen falta. La mayoría de la sociedad mexicana quiere un cambio que nos permita irnos encausando por un camino correcto en nuestro comportamiento social. Lo anterior es digno de ser aprovechado y reconocerse.

Por el otro lado, la opinión pública no ha parado en hacer señalamientos y críticas quizás con pertinencia a la estrategia o la falta de ésta, por parte del gobierno en su esfuerzo por combatir este problema que nos pone una vez más como ejemplo internacional de malas prácticas económicas y una total falta de Estado de Derecho. Un vasto volumen de críticas, especialmente al desabasto de gasolinas, ha llenado los espacios de debate público. El desabasto perjudica a la economía real en un área que afecta a 25% del PIB y que en caso de no resolverse pronto tendrá consecuencias para el desempeño de la economía el resto del año.

No obstante, hasta el momento se ha perdido el foco central del inicio del combate al robo del combustible, independientemente de la necesidad del Estado mexicano de evitar que le roben sus productos y recursos, más allá de la retórica ideológica de que son propiedad de la nación, cualquiera que ello signifique, el tema de tratar de frenar esta actividad es más profundo. Como cualquier empresa, Pemex no puede permitir que le sea robado su producto del cual obtiene sus ingresos en su caso, vitales para el desarrollo del país, sin embargo, más importante es iniciar el camino hacia una trasformación moral de nuestro comportamiento económico y político.

En algún momento se fueron perdiendo los límites de la ética en nuestro quehacer económico. El subir nuestro estándar moral en la vida pública puede ser quizás la mayor aportación del primer gobierno de Morena en México. Una actividad criminal que roba 178 millones de pesos diarios (1 millón 3000,000 pesos por habitante al día), de la que nadie dice nada, nos debe decir mucho de hasta dónde están nuestros niveles de tolerancia hacia lo incorrecto.

Son ciertas las afectaciones millonarias a las industrias por el desabasto producto del combate al robo de combustibles, nadie puede negarlo. En la práctica económica y no en la teoría estamos observando de manera nítida el costo de oportunidad, la oferta y demanda, el principio básico de la economía de la escasez. Empero, el gobierno nos está abriendo la puerta para ver, como pocas veces, el valor de la ética y el enorme peso del Estado de Derecho en la economía, lo que casi hemos perdido.

El propio padre de la economía Adam Smith como pocos argumentó la importancia de la moral en la economía. Así, se opuso al utilitarismo de Hume y, por el contrario, favoreció la conveniencia de combatir la corrupción e implantar la justicia; aún más, estableció la necesidad de las virtudes humanas y el concepto de empatía como elementos centrales de la economía. Buena parte de lo anterior, lo hemos perdido en nuestra forma de hacer economía. Fue Carlos Marx quien además impulsó la idea moral en el quehacer social cuando nos enseñó que habrá que evitar el hacer pasar intereses particulares como intereses universales. La ética es el punto de partida para todo y por todo en economía. El profesor Amartya Sen ha señalado que el hombre es, por naturaleza, ético. La economía al ser resultado del comportamiento humano es, por tanto, ética por naturaleza propia, ése me parece que es el llamado del presidente López Obrador en su lucha en contra del robo del combustible al margen de las externalidades de la coyuntura que nos da el debate político.

En las condiciones en las que se encuentra desenvolviéndose nuestra economía, el peso del Estado de Derecho y la moral no tiene comparación alguna con cualquier otro costo que por el momento se tenga que pagar.

Cortesía de EL ECONOMISTA

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