Maduro asume hoy tras reelección y en crisis de legitimidad

Nicolás Maduro cruza hoy un umbral inédito. El chavismo siempre apeló a la legitimidad de origen como punto final de cualquier discusión política. Lógico en un país que durante 60 años entendió que quien ganaba una elección era quien mandaba, incluyendo a los militares. Pero en 2019, el heredero de Hugo Chávez inicia un periodo distinto, sin Estado de Derecho, sin reconocimiento de actores clave, sin argumento jurídico, sin más que la fuerza. Estos días en Venezuela las televisiones oficiales y buena parte de las privadas transmiten con insistencia propaganda sobre la juramentación de Maduro.

“Yo soy presidente”, dicen grupos de personas en coro, todos portando la banda tricolor. Pero en la calle las dudas corren. “Yo creo que es ilegítimo, pero ahí está en Miraflores mandando”, suelta Ramiro Salgado, un electricista de Caracas que asume que “en este país ya nada es por lo legal”. Ayer, en el palacio presidencial, Maduro declaró que su gobierno es legítimo: “A mí nadie me ha regalado nada. Estoy aquí por los votos del pueblo”, dijo recordando los resultados de los comicios del pasado 20 de mayo, rechazados por la oposición, 15 países del continente y la Unión Europea. “Han pretendido convertir mi juramentación en una guerra mundial. Y denuncio que está en marcha un golpe de Estado en Venezuela, pero vamos a ver qué fuerza tiene. No vamos a permitir un desliz. Quien pretenda posicionar un plan golpista se va a enfrentar con la justicia y todo el poderío cívicomilitar”.

Al gobernante dice no preocuparle la postura de la Unión Europea, de Estados Unidos o del Grupo de Lima. A éste último le dio 48 horas para retirar sus acusaciones o tomará represalias. “Hoy por hoy, Venezuela tiene más apoyo internacional de los más importantes líderes del mundo que lo que tenía años atrás”. Pero sólo el presidente de Cuba ha anunciado que viajará a Caracas para la investidura. Se espera que Evo Morales (Bolivia) y Daniel Ortega (Nicaragua) lo acompañen, así como los líderes de Osetia del Sur y El Salvador. Otras naciones, como Turquía, México o Uruguay enviarán embajadores o encargados de negocios. China será representada por su ministro de Agricultura. Ningún representante del gobierno español estará presente.

Maduro dijo querer un 2019 de prosperidad económica, pero está pendiente saber si podrá siquiera mantener la gobernabilidad. En su primer mandato, el PIB pasó de 5.6 por ciento a -18 por ciento; la inflación, del 21 por ciento a 1,698,488.2 por ciento; las reservas internacionales, de 30 mil millones de dólares a 8 mil 400 millones; y la producción de petróleo de 2.4 millones de barriles diarios a 1.1. Aun así sobrevivió en el poder, incluso durante 2018, cuando la escasez de insumos básicos se mantuvo sobre 65 por ciento, la pobreza alcanzó el 90 por ciento de los hogares, según las tres principales universidades del país, la moneda nacional quedó pulverizada y la capacidad petrolera perdió unos 650 mil barriles de crudo diarios, según fuentes no oficiales, representando la mitad del desplome que ha tenido la principal industria del país.

Las importaciones de Venezuela acumularon apenas unos 9 mil 200 millones de dólares. En contraste, en 2012 fueron 66 mil millones. El impacto aguas abajo se nota en el desabastecimiento y la pobreza. Unas carencias que empujaron la ola migratoria más acentuada del continente en el último siglo.

Además, en 2018, el gobierno entró en impago con varios de sus acreedores, aprovechando esos fondos no pagados –unos 8 mil millones de dólares– para financiar al Estado, condicionó los subsidios directos e indirectos y permitió la extracción de oro a cualquier coste ambiental (que se tradujo en más de mil millones de dólares en exportaciones). Para este año, el analista Michael Penfold considera que “la posibilidad de repetir los mismos trucos en el plano económico será muy limitada”, pues la producción de crudo pudiera promediar apenas 950 mil barriles diarios, en un mercado de precios a la baja. Además, en 2018, China y Rusia dejaron de dar dinero fresco a Maduro, pues Caracas no tiene capacidad de pagar las deudas ya existentes con ambas potencias. El apoyo geopolítico sigue irrestricto. “Frente a esta realidad, Maduro no tendrá más alternativa que flexibilizar el mercado privado, ceder control petrolero y extender nuevos contratos para frenar el colapso de la industria”, ratifica Penfold. Pero el sector privado tampoco es gran respuesta: las sanciones internacionales impiden el acceso a créditos de fuera y el tamaño de la economía ya es muy pequeño.

El diario estadunidense The Washington Post publicó ayer que el ministro de Defensa de Venezuela pidió al presidente Nicolás Maduro que dimitiera, y amenazó con renunciar, en caso de no hacerlo.

La publicación cita a un funcionario de inteligencia de Estados Unidos. Hasta el momento, el encargado del Ejército bolivariano, el general Vladimir Padrino López, sigue en su cargo.

El descontento dentro de las filas militares ha crecido a medida que el colapso económico de Venezuela se ha profundizado, lo que ha llevado a millones a migrar.

Las fuerzas de seguridad torturaron a decenas de militares acusados de subversión el año pasado, según grupos de derechos humanos, y han aumentado las detenciones por deserción.

Una fuente del gobierno de Estados Unidos dijo a Reuters que la administración cree que los informes de que Padrino amenazó con renunciar si Maduro no se retiraba son creíbles.

Nadie (en el gobierno de Estados Unidos) se sorprenderá si (Padrino) renunciara”, agregó la fuente.

LA RAZÓN

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