Créditos “gota a gota” asfixian a pequeños comerciantes

El señor Gabriel está sentado en un pequeño banco de plástico colocado sobre la banqueta de Correo Mayor, una de las calles más transitadas en la zona centro de la Ciudad de México, a un lado de la reja blanca de metal que usa para exhibir sus productos “de moda”.

Han pasado las 12:00 horas del día y él sigue con su venta de plumas que, desde lejos, atrae a varios clientes porque son de múltiples colores y portan algún personaje de película o serie animada. “Tenemos que seguir dándole porque caí en esta bronca y esa deuda no se pagará sola”, comenta.

“Sería peor no liquidarla a tiempo”, expresa mientras arrastra su asiento hacia la sombra que pega más al lado del puesto de periódicos, aunque los rayos del sol son la menor de sus intranquilidades.

Al señor de casi 50 años de edad le preocupa tener pocas ganancias porque más tarde, después de las 15:00 horas, llegarán dos mujeres jóvenes que le cobran parte del préstamo que les pidió hace unas semanas.

“Llegan en motocicleta y después de esa hora. Primero nos dan chance de vender y sacar algo de dinero durante la mañana y parte de la tarde para, cuando pasen, tengamos con que darles la cuota acordada del préstamo”, dice y enseguida grita “cinco pesos la pluma de moda”.

Ellas pasan diario a exigir parte del crédito y los intereses. “¿Qué te digo? Pierdes mucho con esos prestamistas. No entiendo cómo muchos compañeros caen con esa mafia; son unos colombianos y hemos visto que los tratan mal, los amenazan o les quitan la mercancía si no pagan a tiempo, expone a su vez Paco.

El joven tiene un puesto de artículos de papelería sobre la acera de la calle Regina y, de manera breve, cuenta que los usureros operan desde hace algunos años en toda la zona comercial de Correo Mayor y, sobre todo, ganaron terreno cuando desapareció parte el ambulantaje de algunas arterías cercanas a Pino Suárez. “Aquí, desde Regina y más allá de Corregidora vinieron a hacer de las suyas”, asegura.

Para la presidenta de la Cámara de Comercio, Servicios y Turismo en Pequeño (Canacope) de la Ciudad de México, Ada Irma Cruz Davalillo, los llamados créditos gota a gota se han convertido en un “nuevo flagelo” para los pequeños comerciantes capitalinos e incluso de otras entidades del país.

Se dice que esta red de agiotistas proviene de Medellín, Colombia, porque ahí comenzaron a surgir ese tipo de préstamos. En la capital mexicana comenzó a operar desde hace cinco años y lo hizo alrededor del Centro Histórico, donde el comercio está muy arraigado y las necesidades de dinero son demasiadas, apunta.

Este sistema de crédito se ha extendido de manera fácil y rápida porque ofrece desde mil pesos y hasta cantidades superiores a 60 mil pesos en un plazo de pocas horas, sin necesidad de un fiador o garantía, explica en entrevista con Notimex.

Sólo basta con presentar la credencial de elector, un comprobante de domicilio y tener un negocio, como lo indican las tarjetas repartidas entre los comerciantes del sector informal o los anuncios pegados en los postes de luz o las casetas telefónicas.

Los préstamos se encuentran dirigidos a ellos porque son quienes menos tienen acceso un crédito bancario o carecen de un historial crediticio, sin embargo, los usureros ya han volteado hacia otro tipo de víctimas: “los ciudadanos comunes”, sostiene.

Si bien los préstamos exprés son sencillos de obtener, lo complicado es liquidarlos, porque poseen altas tasas de interés y, en consecuencia, los comerciantes y vendedores ambulantes suelen ser extorsionados, amenazados, golpeados e incluso despojados de sus mercancías.

Pero los riesgos van más allá. “Estos delincuentes se llevan hasta 10 o 12 por ciento de las ganancias diarias de los negocios, de acuerdo con la cantidad solicitada, que los llevan a la quiebra”, manifiesta.

Cifras de la Secretaría del Gobierno de la Ciudad de México revelan que la red de agiotistas llega a obtener ganancias hasta por 100 millones de pesos semanales, como resultado del modus operandi y del incremento de la deuda en caso de no pagar.

“El gota a gota va dejando a la gente sin dinero de manera gradual que, cuando es imposible seguir pagándolo, llega todo tipo de intimidación directamente al establecimiento comercial o domicilio particular”, insiste Cruz Davalillo.

“Es un negocio millonario, sin duda”, remarca la dirigente de ese sector productivo, quien se cuestiona de dónde sale y hacia dónde va tanto dinero. “Hay una serie de situaciones que son muy oscuras, desde el lavado de dinero y hasta el narcotráfico”, enfatiza.

Extorsión, un foco rojo

El esquema “gota a gota” está diseñado para incrementar la deuda hasta tres veces y existen casos que, a pesar de haber cerrado el negocio, viven bajo el amedrentamiento de tener que pagar una cantidad que nunca pidieron, afirma la empresaria.

La Canacope realizó una encuesta sobre la percepción de seguridad durante 2018 y, de acuerdo con los resultados, nueve de cada 10 comerciantes capitalinos han estado expuestos a algún evento relacionado con la delincuencia, es decir, incrementó porque en 2016 eran siete de cada 10.

La amenaza fue la principal forma de sometimiento usado por la delincuencia para obtener dinero del sector empresarial, con 15 por ciento de los casos registrados, de acuerdo con los datos consultados.

Le siguen el robo, con 14 por ciento; el asalto, con 13 por ciento; los actos de pandillerismo, con 12 por ciento; la extorsión, con 10 por ciento; el cobro de piso, con 7.0 por ciento, y el secuestro exprés, con 7.0 por ciento.

Sin embargo, Cruz Davalillo asegura que la extorsión pasó de ocupar el quinto lugar al tercero en muy poco tiempo. “Es bastante grande la extensión del delito, y desafortunadamente no podemos tener una cifra puntual porque hace falta la denuncia”.

Solamente 31 por ciento de las víctimas opta por denunciar y, en contraparte, 69 por ciento no lo hizo por desconfianza en las autoridades, amenaza de los delincuentes, miedo, desánimo y para no perder el tiempo, pues consideran la autoridad no los atiende.

Secuelas del “gota a gota”

La señora Cristina lamenta lo sucedido con una mujer que decidió suicidarse desde un puente ubicado en Ibagué, Colombia. “Fue triste mirar ese video en las redes sociales, pero lo fue más saber que saltó con su hijo, de 10 años, por no haber podido pagar un crédito gota a gota”, comenta.

Ella tiene 55 años de edad y hoy refleja una mirada en calma mientras está sentada en una jardinera del centro de la alcaldía de Coyoacán que, en conjunto con Cuauhtémoc, Azcapotzalco, Benito Juárez, Iztacalco e Iztapalapa, han sido un punto estratégico para la operación de esos maleantes.

“Sé lo que es vivir endeudada y que no le veas fin al problema”, dice con la voz entrecortada, al recordar el hostigamiento que sufrió hace unos cinco años, cuando pidió un préstamo para hacer crecer un pequeño restaurante familiar.

Narra que le llegó una tarjeta sobre los créditos y supuso que era una buena oportunidad para salir de aquella mala racha, por lo que decidió pedir informes. En menos de tres días había obtenido 18 mil pesos para pagar en cuotas diarias y durante tres meses, con 15 por ciento de interés.

“Parecía fácil de liquidar en ese tiempo, pero no siempre resultan las cosas como las planeamos”, expone la señora, quien recuerda que falló con los pagos una semana y la siguiente le habían notificado que debía 54 mil pesos.

“Era una deuda exorbitante y no sabía de dónde sacar dinero para eliminarla. Entonces comenzaron a asfixiarme con amenazas en el negocio y la casa. Tuve que cerrar varios días y aislarme hasta que José, un amigo comerciante, nos echó la mano para liquidar”, indica.

La presidenta de la Canacope subraya que estos delincuentes se aprovechan de la necesidad que tienen los comerciantes, y añade que las autoridades de la Ciudad de México se encuentran enteradas de la situación porque 16 por ciento de las denuncias hechas han sido de los afiliados de la referida cúpula empresarial.

“(Ellos) han entendido que si no hay denuncia, no hay seguimiento. Confiamos en que al hacer la denuncia, muchos otros comerciantes la interpondrán y, así, evitar que siga creciendo este flagelo de manera indiscriminada”, argumenta Cruz Davalillo.

Pero hace falta poner en marcha una estrategia eficaz de combate al “gota a gota” y debe estar enfocada a informar sobre la consecuencias negativas que traen ese tipo de operaciones ilegales, tanto en lo comerciantes como los negocio y las familias.

“Primero tenemos que informar a la gente por qué, desafortunadamente, la extorsión ya se extendió a los ciudadanos comunes”, lamenta.

Con información de NOTIMEX

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