El efecto de la depresión en las decisiones económicas

“La depresión es como la melancólica, pero sin sus encantos “.

Susan Sontag, escritora, filósofa y ensayista estadounidense.

En las últimas décadas las enfermedades mentales han pasado de ser secretos personales y familiares a un asunto de salud pública.

Específicamente en el tema de la depresión, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, más de 300 millones de habitantes del mundo sufren de depresión y en México este padecimiento se considera el primer lugar de discapacidad para las mujeres y la novena para los hombres.

De acuerdo con la misma fuente, cerca del 10% de las personas han sufrido depresión en algún momento y una de cada cinco la sufrirá antes de los 75 años, siendo está cada vez más frecuente en los grupos de edad jóvenes.

Dada la importancia creciente de está afectación, resulta importante entender como esta afecta, entre otras múltiples facetas de la vida, las decisiones económicas y financieras.

El estudio “Time and risk preferences, and consumption decisions of patients with clinical depression”, de Bayera, Shtudinerc, Suhorukova, y Grisarua, se buscó analizar cómo la depresión afecta las decisiones económicas, específicamente aquellas relacionadas con las preferencias de tiempo. Es decir, las que determinan la decisión entre el consumo presente y el futuro o, dicho de otra manera, entre gastar hoy y ahorrar para mañana.

A partir de analizar un grupo de personas diagnosticadas con depresión y contrastar sus resultados contra personas de similares características socio demográficas sin el padecimiento, se encontró que las personas que padecen de depresión clínica son menos propensas a ahorrar y toman decisiones económicas de corto plazo de mayor riesgo.

En muchos casos, las decisiones económicas incorrectas, además, generan una afectación a la condición económica de corto plazo, lo que profundiza o genera nuevas tensiones de incertidumbre de corto plazo que a su vez retroalimentan la depresión.

De manera más puntual, las personas con depresión se caracterizan por tener tasas de descuento mayores en sus decisiones económicas de largo plazo;

entendiéndose como tasa de descuento, el rendimiento implícito que una persona requiere para posponer consumo presente contra consumo futuro. En un ejemplo específico, de manera racional a una persona que se le ofrezca hoy 10,000 pesos o la alternativa de recibir 11,000 pesos dentro de un año, debería aceptar el ingreso futuro dado que se le está ofreciendo implícitamente una tasa de interés del 10%, claramente superior a la inflación.

La mayoría de las personas, requieren el ofrecimiento de un rendimiento mayor para aceptar posponer un año el pago. Pero las personas con depresión clínica requieren la promesa de un premio futuro aun mayor que incluso que el promedio del resto de las personas requiere, lo cual conlleva a no realizar el ahorro o a sólo hacerlo cuando se presentan opciones con promesas de rendimiento sumamente elevadas, pero, consecuentemente, también de riesgo sumamente alto.

Si los estudios realizados en las últimas décadas sobre la conducta económica y financiera de las personas han mostrado que la mayoría de nosotros tenemos sesgos de irracionalidad que afectan la calidad de nuestras decisiones futuras, las personas con depresión clínica presentan una mayor profundidad de estas desviaciones de los modelos racionales de decisión. De ahí que, ante el crecimiento de este padecimiento que afecta a integrantes de muchas familias de nuestro país, estemos obligados a tener el doble cuidado de apoyar a las personas a enfrentar este severo padecimiento y, simultáneamente, a vigilar que no se tomen decisiones que generan desequilibrios más graves para el futuro.

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