Tratándose de trata, la indiferencia mata

Las víctimas de trata en México se estiman en decenas de miles. No parecen muchas en un país de más de 100 millones de habitantes. Pero cuando hablamos de trata no es cuestión de cifras comparativas ni de porcentajes, sino de vidas que no podemos abandonar a la indignidad y el sufrimiento de la esclavitud.

Es cierto, tenemos desafíos que nos exigen concentración y una gran dosis de energía. Sin embargo, esos grandes temas no deben hacernos olvidar la atención que como sociedad debemos de ponerle a la trata de personas.

La trata es inaceptable y su persistencia revela nuestros vacíos. La palabra libertad será siempre discurso mientras haya personas sometidas y obligadas a convertirse en mercancía de lucro reiterado o en trabajador forzado, esclavos de una voluntad criminal.

Tanto el Diagnóstico sobre la Situación de Trata de Personas 2019, de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), como el Reporte sobre Trata de Personas 2019 de la Oficina de Asuntos Políticos de la embajada de Estados Unidos en México ratifican que en cuanto a trata nos falta mucho por hacer en materia de prevención, de identificación de víctimas, de protección, asistencia psicológica y legal, reinserción social, procuración de justicia, armonización de legislaciones estatales con la Ley General, capacitación a servidores públicos y un largo etcétera.

La CNDH detectó que de junio de 2012 a julio de 2017, las autoridades iniciaron 2 mil 701 averiguaciones previas o carpetas de investigación por algún delito contemplado en la Ley General en Materia de Trata de Personas (seguramente la cifra negra es mucho mayor).

De las 5 mil 245 víctimas posibles, 85 por ciento son mujeres. Una de cada cuatro víctimas es niña o niño. Y ocho de cada 10 son de nacionalidad mexicana.

De las investigaciones, 858 (31 por ciento) han terminado en sentencias: 296 absolutorias y 562 condenatorias, que alcanzaron a 790 tratantes. No hay que desestimar ningún logro, pero es claro que todas estas cifras son bajas respecto de la magnitud y gravedad del delito.

La prevención y el combate a la trata siempre será importante y urgente. Su atención exige un impecable desempeño gubernamental y del sistema de justicia y una gran participación social. Basta imaginar la pesadilla de ser agredido en nuestro círculo familiar por esta infamia para entender que no podemos ser indiferentes a la existencia de la trata.

Hay que alertar bien y a tiempo para evitar que más personas, sobre todos mujeres y hombres jóvenes, caigan en las redes de la trata; actuar decididamente para rescatar a las que ya son víctimas y trabajar con sensibilidad y acierto para su reinserción social.

Cada persona recuperada nos hará, como individuos y como sociedad, dignos merecedores de la libertad que gozamos.

 

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