México pone los muertos

El 3 de septiembre pasado, la supervisora del segundo distrito de San Francisco, Catherine Stefani, presentó la iniciativa 190841 que buscaba declarar a la Asociación del Rifle (NRA) como una organización de terrorismo doméstico. Unánimemente, los once miembros de la junta aprobaron la propuesta de Stefani.

A pesar de la complejidad del asunto, de los millones que invertirá la NRA para revertirla y del impacto político que representa, Stefani escribió tres simples pero contundentes páginas para mostrar su argumento.

El punto de partida es incontrovertible, una plaga azota a los Estados Unidos: la violencia armada que ha cobrado 36 mil vidas y, cada año, provoca 100 mil personas con heridas. Por si fuera poco, cada día mueren 100 personas por arma de fuego; además, desde 2015, los crímenes de odio se han duplicado. Con esas cifras, posponer la discusión sobre la compra y posesión de armas sería negligente y moralmente inaceptable.

Así, Stefani propuso que la ciudad de San Francisco declarara a la NRA como asociación que promueve el terrorismo doméstico y utiliza una parte de la definición de actividad terrorista: “el uso de cualquier…explosivo, arma de fuego, arma o dispositivo peligroso, con la intención de dañar —directa o indirectamente— la seguridad de uno o varios individuos o causar un daño sustancial a una propiedad (…)”. Continúa Stefani: de acuerdo con el Departamento de Justicia, cualquier individuo o miembro de una organización que sepa, o razonablemente pudiera saber, y proporcione material de apoyo, comunicaciones, fondos, armas o entrenamiento a cualquiera que tenga intenciones de cometer un acto terrorista, se considerará parte de la organización y deberá enfrentar las sanciones correspondientes.

Además, Stefani busca aprovechar —sin duda— lo establecido en el Acta Patriota, que entiende al terrorismo doméstico como un asunto de seguridad nacional y tiene el apoyo de las agencias de inteligencia y los fondos de desradicalización y prevención.

Sin embargo, aunque los argumentos sociales y morales sean sólidos, la justificación legal requerirá una construcción más robusta. La Asociación del Rifle argumentará que sólo sigue las reglas del libre mercado: de objetos y de ideas; así como el recurso inagotable a la Segunda Enmienda que protege el derecho de los ciudadanos a poseer y portar armas.

Espero que la Junta de San Francisco tenga éxito en su empeño, pues la regulación de venta de armas en Estados Unidos impactaría, directamente, a nuestro país. Sabemos que la mayoría de los crímenes se cometen con armas que ingresan, constante e ilegalmente, por la frontera norte.

Cada esfuerzo por regular la venta de armas será bien recibido tanto en Estados Unidos como en México pues, aunque lo olviden los políticos, la violencia no sabe de fronteras; y los mexicanos ponemos más muertos.

 

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