La recaudación y la política fiscal

“La única diferencia entre la muerte y los impuestos, es que la muerte no empeora cada vez que el Congreso se reúne”.

Will Rogers, actor estadounidense.

Desde hace muchos años se ha discutido ampliamente la importancia de mejorar los niveles de recaudación tributaria en nuestro país.

Casi bajo cualquier estándar internacional de recaudación de impuestos, nuestro país es uno que más baja recaudación presenta. En ocasiones de manera simplificada, cuando no con una cierta intencionalidad política, se trata de centrar el problema exclusivamente en un tema de evasión de grandes empresas, que, por supuesto aun cuando sí representa una problemática importante nuestro país, no es la única a atacar, ni siempre son claros los mecanismos más adecuados para hacerlo.

Existen otros elementos a considerar que deben ser incorporados al análisis, diagnóstico y propuesta de solución, de acuerdo con las características particulares de la economía mexicana.

Un primer tema central se refiere al nivel de informalidad de la economía. Cerca del 60% de los empleos en nuestro país se desempeñan en la economía informal y, aun considerando que se trata de empleos con salarios inferiores al promedio, el impacto del trabajo informal en el Producto Interno Bruto es Superior al 20%; una quinta parte del PIB de entrada no está sujeta a la fiscalización ni a algún mecanismo de control fiscal.

Otro elemento se refiere a las características normativas y regulatorias de regulación fiscal en México. Si bien no existe país en el mundo en donde la población piense que pagar impuestos es algo con lo que se sienten felices o que consideran que el sistema de contribución es simple, en nuestro país es particularmente complejo el proceso de contribución y las normas aplicables son confusas de difícil y costosa aplicación, tanto para personas como para empresas. Se generan tantos vacíos y es tal el margen de discrecionalidad en la aplicación que, al mismo tiempo que favorecen la elusión y la evasión, provocan espacios favorables para la corrupción.

Estudios internacionales muestran que, entre más compleja es en la labor de declarar fiscalmente, la recaudación tiende a disminuir al aumentar el margen de potencial evasión o elusión fiscal.

Las reformas fiscales que se han plantado recientemente avanzan en el sentido de identificar ciertos factores que claramente han generado mecanismos de evasión fiscal, como el ataque a la facturación falsa. Sin embargo, los mecanismos que se han diseñado para aumentar la fuerza de la autoridad recaudadora no necesariamente contribuyen exclusivamente a mejorar la recaudación y si, en muchos casos, a crear una versión persecutoria y de excesiva fiscalización, que, en los casos límite, puede desincentivar la inversión privada, que es el único verdadero motor del crecimiento y desarrollo de cualquier país.

Otro elemento fundamental por considerar en el diagnóstico y desarrollo de acciones que permitan incrementar la recaudación efectiva pasa necesariamente por mejorar la percepción que la ciudadanía tiene respecto del manejo y aplicación de los recursos recaudados. Existe también evidencia de que, en aquellas sociedades en donde existe una menor confianza en las instituciones del Estado y consecuentemente en la transparencia con que los recursos públicos se manejan, existen mayores incentivos hacia la evasión fiscal.

En México, en el presente gobierno se ha reiterado por lo menos en el discurso, una vocación de una utilización honesta y transparente de los recursos. Sin embargo, en tanto la ciudadanía percibe un cambio significativo o mientras mantenga sospechas de corrupción, ello se vuelve, de manera justificable o no, un factor que incide en la proclividad de las personas para cumplir cabalmente sus obligaciones fiscales.

En esta discusión siempre existirán visiones encontradas respecto de que y como se pretende fortalecer la recaudación. Pero si lo que se desea es contribuir genuinamente a un incremento en la recaudación, sin afectar el potencial y viabilidad de un crecimiento económico más acelerado para la economía, necesariamente se tienen que conciliar: mecanismos ágiles, transparentes y sencillos de recaudación para todos y el establecimiento de niveles promedio de contribución más favorables. Es preferible cobrar un porcentaje menor de impuestos a una base mucho mayor de contribuyentes tanto personas físicas como morales, que un porcentaje mayor a una base de recaudación sensiblemente más pequeña. De manera simplificada, el 25 % de impuesto sobre la renta cobrado en promedio a la mitad de la población que opera en la formalidad, resulta en una recaudación menor que si se cobrará en promedio 20% al 100% de la población.

La política fiscal y la aplicación de los impuestos resultan cruciales que el gobierno realice las acciones que permitan sentar las bases para un crecimiento económico, para utilizar los recursos mediante una política social bien dirigida que incida efectivamente reduciendo la desigualdad y, simultáneamente, favoreciendo el desarrollo del sector privado para que realice las inversiones y que permitan más empleos y de mejores condiciones, que benefician a más familias en el país.

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