Incentivos reales en la economía para combatir el cambio climático

“…Y debido a que los mercados de capital impulsan el riesgo futuro, veremos cambios en la asignación de capital más rápidamente de lo que vemos cambios en el clima mismo”.

Larry Fink CEO de BlackRock.

La semana pasada tuve la oportunidad de asistir a la reunión ESG JumpStart Workshop en Washington, organizada por la National Association of Real Estate Investment Trusts, siendo los REITs el equivalente de las Fibras en México.

El propósito central de dicha reunión fue abordar de una manera práctica, los retos y actividades que deben de realizar las empresas públicas (que cotizan en los mercados accionarios), en este caso particular, las relacionadas con el sector inmobiliario, en relación con los objetivos de lo que se conoce como ESG, por sus siglas en inglés, referidas a Ambiente, lo Social y el Gobierno de las empresas.

En esencia, ello se refiere a la necesidad de que las grandes empresas, que cotizan en los mercados bursátiles, tengan objetivos claros que atiendan a las necesidades relacionados con el la sostenibilidad del medio ambiente (asegurar las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de futuras generaciones), con su contribución a la mejora del entorno social y a los aspectos relacionados con el gobierno de las empresas, que se traduzca en transparencia y normas éticas de conducta y desempeño.

Se trata de conceptos no directamente financieros, que hoy y de manera creciente empezarán a formar parte de los criterios a considerar por los grandes fondos de inversión e inversionistas institucionales a nivel mundial, para determinar la canalización de recursos de inversión.

Lo anterior implica, que para que las empresas sean susceptibles de recibir inversiones a nivel mundial, deberán tener objetivos y acciones, claras, medibles y corroborables, de cumplimiento de una visión de sostenibilidad para las comunidades, los países y el mundo, orientadas a la conservación y recuperación del medio ambiente; una orientación a mejorar los derechos de las comunidades y particularmente de los grupos más vulnerables y que cumplan con actuaciones y estándares éticos en temas de género, de diversidad, de calidad de trabajo y que; cumplan con estándares adecuados de combate a la corrupción y a las prácticas indebidas, con plena transparencia de las actividad de las empresas frente a sus accionistas y la sociedad.

Mucho se ha discutido sobre si es posible crear condiciones que permitan modificar los patrones de la economía mundial, que han generado la depredación del medio ambiente y la proliferación de prácticas que atentan contra la sociedad.

En muchos casos, se ha buscado apelar a una visión de cambio voluntario, en la que, a partir de reconocer que se trata de cambios éticos y necesarios, se esperaba que las compañías modificar aquellas prácticas contrarias a los mismos.

Sin embargo, bajo este nuevo modelo, el cambio ya no estará sujeto a la buena voluntad.

Como se desprende del señalamiento de la frase con la que inició esta colaboración, en la visión de del director ejecutivo de una de las empresas de administración de fondos más grandes del mundo, con cerca de 7 trillones de dólares administrados; es claro que existe y existirá cada vez más en el corto plazo, una presión porque las empresas adopten un modelo orientado a los que hoy se conoce como economía ética y que, de no hacerlo, estarán siendo privados del acceso a capital y mercados financieros a nivel mundial.

Si bien evidentemente el avance en estos temas es diferenciado entre economías desarrolladas y economías emergentes como México, también en nuestros países la tendencia es clara y generará adecuaciones que conduzcan a cambios positivos.

En los siguientes años, los grandes inversionistas institucionales deberán tener en consideración la calificación que en estos temas tengan las empresas que cotizan en bolsa, para tomar decisiones de inversión. Se trata de un paso fundamental e importante para asegurar que el crecimiento económico derivado de la actuación de las empresas a nivel mundial, parta de una responsabilidad fundamental en la construcción de un mundo sostenible y en el establecimiento de prácticas que conduzcan, mucho más rápido de lo que se piensa hoy, a cambios definitivos para una economía más justa.

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