Los libros no escritos

“Hay un libro que no se ha escrito aún. En él se mostraría que el siglo XX tal como lo hemos vivido en Occidente es, en lo esencial, un producto y un artículo de exportación austrohúngaros”, señaló George Steiner en un viejo ensayo publicado en 1979. Tuvo razón: entonces y ahora.

El fallecimiento del último gran humanista, como suelen llamarlo en el mundo de los intelectuales, ocurrió en el peor de los momentos. La erudición, la precisión y el completo compromiso con la verdad y sus palabras fueron el sello de la portentosa obra de Steiner. Sólo un conocedor de la obra del filósofo Martin Heidegger fue capaz de enfrentar los embates de la posmodernidad —los Derridas, los Vattimos y sus secuelas— que, paso a paso, nos condujeron a la época de la posverdad: esa, en donde la futilidad de 140 caracteres ha servido para minar a la democracia, fortalecer los populismos y devaluar el valor de la palabra.

Heidegger sostuvo que el lenguaje es la casa del ser. Por su parte, Steiner precisó que: una relación humana se puede destrozar con una palabra incorrecta. Una sola palabra puede abrir una inmensa oscuridad. El lenguaje es el instrumento de la gracia y de la destrucción del ser humano. Y esto, en política es más cierto.

La noche de ayer presenciamos el triunfo de las palabras vacías y de las mentiras sonorizadas. Donald Trump presentó el Tercer Informe a la Nación que inició de una forma triunfalista: el Estado de nuestra Unión es más fuerte que en otro momento, sostuvo. Nada más falso. Recordemos que el liderazgo internacional no pasa más por la Casa Blanca; que la frontera con nuestro país atraviesa una crisis inédita y que la economía no ha sido la mejor de la historia americana: por más que vocifere el presidente. Tampoco es cierto que: la sociedad actual sea la más próspera e incluyente del mundo; es al revés. Los crímenes de odio se han multiplicado gracias al discurso nativista y “la agenda pro-estadounidense” de la que tanto se ufanó el presidente.

Es de notar el tono y la actitud de Trump, al tiempo que enfrenta un juicio político; ¡qué nadie espere un rastro de decencia ni un poco de pudor! Y así, en este descobijo de razones, la contradicción y la mentira son las reinas de la fiesta.

¡Ay, Steiner! ¡Qué mala idea morirte ahora, cuando más se necesita tu erudición, tu visión cosmopolita y la profundidad de tus razonamientos! Tal vez, alguien como tú podría aclarar los sinsentidos, la vacuidad y la banalidad de la política de nuestros días. Tal vez, si hubieras entrado al ágora, no hubieras declarado: Cuando uno ve que alguien como Donald Trump es tomado en serio por la democracia más compleja del mundo, todo es posible.

El poeta rumano, Mircea Cartarescu, ha dicho que “escribir un libro es vivir en él”. Con pesar, coincido plenamente. Lamento la partida de George Steiner, aunque me alegra que no tenga que dar cuenta del desasosiego de la razón de nuestros días.

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