Violencia de género: experiencia internacional

Ser mujer en México no es cosa fácil. Habitar en un país en donde hay diez feminicidios al día es, simplemente, aterrador. La sociedad civil ha hecho grandes esfuerzos por acompañar el trabajo de las autoridades, pero no ha sido suficiente. Y pareciera que, en los últimos días, la situación ha empeorado.

Por ello, dejo cuatro acciones a evitar que, con base en la experiencia internacional, pueden ayudar a replantear las soluciones del problema.

Primero, por ningún motivo, niegue la existencia del problema. Las voces de las mujeres lo han dicho sonoramente en Chile, en España y en México. Pero, además, durante los últimos 35 años, los estudios de género han cobrado importancia académica. Ngram Chart de Google Académico revela que la literatura sobre Feminismo se mantuvo constante de 1910 a 1970; a partir de entonces, la referencia a “Feminismo” creció exponencialmente. Hablar, pues, sobre el debate contemporáneo de la cuestión de género significa considerar que desde 1900 hasta 2002 ha habido 47,392 referencias alrededor de la tensión entre Sexo y Género, Cuerpo y Poder; y, todavía más, entre 2002 y 2012 se duplicó el número hasta llegar a 91,054, de acuerdo con datos del Social Sciences Citation Index. Entonces, si la voz de las mujeres no es suficiente escuche, al menos, el conocimiento que ha dejado la ciencia.

Segundo, no es adecuado trasladar la responsabilidad por ningún motivo a la víctima, su familia. En todos los casos, la responsabilidad es de quien actúa: el agresor. Lo contrario es revictimización. Tal como se expresa en la legislación internacional.

En tercer lugar, no pretenda justificar al agresor acudiendo a conceptos vagos. Las agresiones no son causa de la mala situación global, ni de un modelo económico —neoliberal o comunista—, ni de la descomposición social. Utilizar estos argumentos es tan hueco como querer explicar la pederastia como “una plaga, una expresión del mal en la cultura”. La simplicidad de la violencia sexual es chocante por evidente: un agresor decidió utilizar el cuerpo de una mujer mediante la dominación. Así de simple, así de cruel.

Finalmente, castigar a las personas que defendemos a las víctimas de violencia sexual solamente promueve la impunidad, refuerza la estructura patriarcal y evita la solución del problema.

El último reporte de la Cepal indica que los países en donde se cometen más feminicidios son: El Salvador —14 por cada 100,000 habitantes—; Honduras —11 por cada 100,000 habitantes— y Su-
dáfrica con 10 por cada 100,000. En dicho reporte, México se encuentra en el lugar 23.

Minimizar, obviar o dejar pasar la difícil realidad en la que vivimos las mujeres es un desatino político pero, sobre todo, una falta de justicia que no se va a tolerar.

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