Comentario de Igor de Maack, gestor de fondos y vocero, DNCA, filial de Natixis IM

Autor: Igor de Maack

Resiliencia

Londres, 31 de marzo, 2020.- La psicóloga estadounidense Emmy Werner fue la primera en usar el término ‘resiliencia’ para definir la capacidad de un individuo de recuperarse del trauma. Esta teoría, retomada por el neuro-psiquiatra francés Boris Cyrulnik, podría explicar lo que va a requerirse de las economías después del repentino cierre impuesto por la actual crisis de salud pública. Este término también ha prestado su nombre a la operación militar dirigida a brindar apoyo a los hospitales franceses. Nuestra capacidad para sortear esta catástrofe sin precedentes y la Fortaleza de nuestra recuperación dependerá del volumen de efectivo contribuido a los actores económicos y la velocidad a la cual se proporciona: €750 mil millones para el plan del BCE, €300 mil millones en préstamos garantizados por el estado francés, $2 billones para el plan de estímulo fiscal de EEUU, $5 billones anunciados para los países del G20.

Los mercados se regocijan cada vez que la curva de infección y mortalidad da un giro hacia el lado negativo y cada vez que las iniciativas financieras son respaldadas por un endurecido discurso marcial. No obstante, es difícil cuantificar el actual impacto económico que esta crisis tendrá. Después del apoyo, los pagos diferidos de créditos y las regulaciones de empleo temporal y despidos, muchos negocios van a tener que jubilar o terminar anticipadamente a sus empleados, particularmente en sectores con ciclos de largo plazo, como la aviación. El número de nuevas solicitudes de desempleo en Estados Unidos literalmente se ha ido al cielo (casi 3.3 millones o cerca de 2% del total de la fuerza laboral), aniquilando la cifra de 2008.

Buscamos puntos de comparación para poder examinar esta crisis:

1. Algunas personas comparan la situación con una economía en tiempos de guerra, pero en una economía como ésta, la producción manufacturera no se detiene, simplemente se redirecciona. En el auge de la Operación Barbarossa, la industria soviética incluso pudo producir con éxito sus famosos tanques T34 para superar el Wehrmacht.

2. La crisis del 2008 es una buena analogía en términos de la caída del PIB (-5% en unos cuantos trimestres), pero entonces fueron las finanzas las que hundieron a la economía real a números rojos y no lo contrario.

3. La revuelta civil en Francia en mayo de 1968 pusieron fin también a la producción industrial por varios meses. Pero ninguna de estas situaciones guarda ninguna semejanza con la actual crisis. Y es por esto que es tan difícil dar una opinión bien informada para el mediano plazo.

Vemos oportunidades en los mercados de renta variable, pero las empresas van a tener que recortar costos, reunir más capital y apartar dividendos. Algunos negocios y sectores deberán nacionalizarse. Existe el riesgo de que las utilidades del capital se vean erosionadas por bastante tiempo.

Por tanto, nadie puede saber en qué punto van a tocar fondo los resultados corporativos antes del 2º semestre de 2020. También es difícil predecir las implicaciones financieras de estos rescates. Y no debemos olvidar que todavía no hemos logrado vencer al virus. Singapur ha impuesto cierres mientras anuncia nuevas restricciones y Hong Kong se prepara para una nueva ola de infecciones. China ha cerrado temporal y parcialmente sus fronteras a los visitantes extranjeros, con restricciones a los vuelos internacionales.

Desde una perspectiva más filosófica, nos preguntamos cómo una sociedad valora el cambio a la vez que, en palabras del filósofo André Comte-Sponville, aunque la salud es un activo muy preciado, los valores como la libertad (de tránsito de bienes y personas) y la justicia/igualdad entre los individuos también parecerían ser cruciales para garantizar la supervivencia de las economías y, por tanto, de la sociedad humana. Esto no es obviamente un asunto simple, sino un tema sobre el cual cada ciudadano en confinamiento tiene la oportunidad y, quizá un poco más de tiempo, para reflexionar.

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