Hacia la Nueva Normalidad Económica

Algunos países han empezado a regresar a una nueva normalidad, en la cual las medidas de prevención del contagio del Covid-19 siguen presentes. No sólo los gobiernos están interesados en que el virus esté contenido, sino que la mayoría de las personas actuarán con cautela ante una segunda oleada de contagios. Ello tiene repercusiones en los hábitos de consumo, por lo que, a pesar de un posible repunte en el gasto de los hogares con la reapertura económica, esto podría ser únicamente de corto plazo.

Aunado a lo anterior, otra inquietud que perdurará más en el tiempo será aquella relacionada a la salud financiera. La correduría Morgan Stanley, realizó una encuesta en China después de la fase más crítica por el Covid-19, cuando las personas empezaron a recuperarse por el cierre de la economía y a hacer frente a sus obligaciones financieras. Los resultados fueron que el número de personas preocupadas por un recorte salarial aumentó (44%) y posicionaron a dicho tema como el que más les inquieta este año.

En esa línea, particularmente en países desarrollados, el ahorro de los hogares servirá para hacer frente a la factible reducción salarial o pérdida de trabajo. La posibilidad de un menor ingreso futuro, evitaría el endeudamiento para consumo de bienes duraderos (casas, automóviles, etc.). Ello ocurrió después de la crisis financiera global de 2009, incluso en un entorno de las bajas tasas de interés.

Por su parte, las empresas podrían disminuir la dependencia hacia los insumos del exterior. A pesar de encarecer el proceso productivo con insumos locales, el riesgo de la interdependencia en las cadenas de producción se hizo evidente con el Covid-19. Al frenar y cerrar fábricas en otras latitudes como China, las empresas dependientes de sus insumos se perjudicaron directa e inmediatamente.

Es difícil pensar en un rechazo absoluto de los consumidores a esa nueva forma de producción. Movimientos sociales y políticos desde hace varios años – entre ellos, las políticas públicas de Donald Trump desde 2017 y la popularidad de la candidata anti globalización, Marine Le Pen, en Francia- evidenciaron la inconformidad de una parte importante de la población sobre los efectos de la globalización.

Adicionalmente, las empresas solventes han decidido centrar la dirección del negocio hacia la liquidez, por lo que las inversiones en capital físico y humano (nuevas contrataciones, aumentos de sueldo, etc.) se reducirán de manera importante. Una reciente encuesta realizada por Moody’s Analytics, evidenció la baja intención de las empresas para invertir, incluso ésta se situó por debajo de la intención mostrada en la crisis financiera de 2009.

Resultado también de la crisis sanitaria, las empresas enfrentarán un gasto inesperado hace tan sólo unos meses. La inversión en medidas de higiene tendrá repercusiones en las finanzas de las empresas, ya que prevenir la propagación del virus dentro de sus oficinas podría costar miles de dólares.

Sin embargo, no todas las empresas podrán continuar operando. Tan sólo en EUA, Main Street America estima que 3.5 millones de micro empresas podrían cerrar en el segundo trimestre del año, pero que ésta cifra podría duplicarse en el tercer trimestre si el apoyo del gobierno es insuficiente. Como resultado de lo anterior, el desempleo mundial aumentará de manera importante. De acuerdo al Fondo Monetario

Internacional (FMI), el desempleo en las economías avanzadas pasará de 4.8% en 2019 a 8.3% en 2020 y 7.2% en 2021.

En suma, viviremos un periodo prolongado de desempleo alto, con un crecimiento económico negativo en 2020 (estimado por el FMI en -3.0% a/a%), así como repunte en 2021 únicamente en tasa de expansión (5.8% a/a%), ya que el nivel de PIB se mantendrá deprimido en los siguientes años. En ese sentido, después de la crisis financiera global de 2009, la economía logró una recuperación, aunque no llegó a niveles previos de la crisis.

Aquellos países que han implementado políticas para mitigar el impacto económico de la pandemia, tendrán un incremento de la deuda pública. Los bancos centrales mantendrán bajas las tasas de interés junto con medidas para aumentar la liquidez de los mercados, mientras que la inflación será baja por una demanda cautelosa y resentida por una crisis económica sin precedentes.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.