PIB débil en el inicio de año, pero el verdadero golpe económico por el tema de la pandemia de COVID-19 llegará entre abril y junio

Como lo esperábamos, la economía mexicana se contrajo durante el primer trimestre del año. Con cifras ajustadas por estacionalidad, el PIB cayó 2.4% respecto al primer trimestre del 2019.

Conviene hacer notar que esta caída en el primer trimestre aún no refleja, más que de forma parcial, los efectos de la pandemia del COVID-19, sobre todo porque las medidas de aislamiento y de cierre de la actividad económica en gran parte de la economía empezaron en los últimos días de marzo. Esto es, es una primera estimación tentativa del
impacto que terminará causando el coronavirus.

Esta contracción del PIB refleja más la inercia negativa que trae desde la segunda mitad del 2018 y que se intensificó en 2019, en gran parte por la no existencia de un ambiente propicio para los negocios.

Sin embargo, la cifra si muestra la apertura a una fuerte recesión. A diferencia de trimestres pasados donde no se cumplía con el requisito de que hubiera una caída generalizada de la economía nacional, todo parece indicar que en este 2020 si se cumplirá con la definición más precisa de una recesión económica.

El daño visto entre enero y marzo en el PIB mexicano no es nada comparado con el que tendrá lugar en el segundo trimestre. En este sentido, en materia económica, lo peor está por venir. El verdadero golpe económico por el tema de la pandemia de COVID-19 llegará entre abril y junio. Es de esperarse registrar contracciones récord en el PIB.

El impacto económico en México que ha tenido lo que el FMI ha denominado como la “gran reclusión”, es decir, el confinamiento de la población para atajar la propagación del brote, serán peores a los vistos en cualquier crisis de la época reciente, en particular aquellas registradas durante las crisis de 1994-1995 o la de 2008-2009.

Mirando hacia el futuro, los titulares casi seguro que serán mucho peores en el segundo trimestre, una vez que el PIB refleje el bloque completo de actividades en abril y mayo. Las perturbaciones probablemente se extenderán también hasta junio, al menos en la mayoría de los servicios.

El problema es que es difícil anticipar de cuánto será el impacto negativo en el segundo trimestre del año. Este no es un problema exclusivo de México, en todo el mundo pasa algo similar. No hay antecedente a los tiempos difíciles que estamos viviendo que pueda ser utilizado como un “proxy” para estimar una expectativa de esta recesión.

En CIBanco, nuestra expectativa es una caída de 16% en el PIB del periodo abril-junio a tasa anual desestacionalizada. En la última encuesta de especialistas del sector privado levantada por Banxico, se muestra lo complicado que es pronosticar este periodo.

Entre 38 analistas económicos, el promedio esperado es una caída de 14.1% del PIB, pero las respuestas fluctúan entre -5.27% y -33.0%. Y la realidad es que cualquiera de esos pronósticos puede ser justificado como factible.

Uno imaginaría que una vez que se diera la instrucción de reactivar todas las actividades productivas (posiblemente junio) regresaríamos rápidamente a la normalidad de inicios del año. Sin embargo no necesariamente será así, porque dependerá del:

Grado de apertura de cada sector. Las restricciones sanitarias limitarán la oferta de las empresas y servicios por algunos meses más.

•Grado de apertura en otros países, sobre todo con los que tenemos comercio (principalmente de EUA).
• Grado de quiebre de empresas y negocios; que restarán en la búsqueda de reactivación económica.
• Grado de reactivación de la demanda por confianza . A la incertidumbre sanitaria se le suma la socioeconómica, respecto de la conducta de las personas y de las autoridades de cómo afrontar la crisis en las próximas semanas y meses. La confianza por consumir puede estar mermada significativamente, alentando la reactivación económica. A su vez, entre más tiempo en confinamiento puede haber un cambio en los patrones de consumo de la gente, que provoque un nueva normalidad diferente ala que se estábamos acostumbrados.
• Grado de reactivación de la demanda por desempleo. Una alta tasa de desempleo en los próximos meses modificarán la conducta de los consumidores.
• Grado de Seguridad Pública. Un mayor desempleo puede acelerar el grado de inseguridad pública, que alentará la reactivación económica.

Para la segunda mitad del año, nuestra expectativa de variación del PIB es contracción de 8.5% y 4.6% para el tercero y cuarto trimestre de 2020, a tasa anual. Así, el estimado para todo el 2020 es de una caída de 8.0% (el promedio de analistas encuestados por Banxico es de 7.3%).

Así, muy probablemente observaremos mejoras económicas con respecto al trimestre anterior a partir del tercer trimestre en adelante, pero no registraremos un crecimiento anual en por lo menos cuatro trimestres y no alcanzaremos los niveles del PIB observados a finales de 2019 en más de dos años (2022 0 2023). Para 2021, el rebote que esperamos es de una expansión del PIB de 4.5%.

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