Cambiantes perspectivas económicas y financieras

Como resultado de la pandemia y de las acciones de contención sanitaria que implicaron un cierre de la actividad económica en México y el mundo, las perspectivas de evolución futura para el corto y mediano plazo de la economía mundial y de nuestro país han sufrido un deterioro notable, pero además, producto de la misma incertidumbre, pueden variar en la estimación de los escenarios futuros casi de forma diaria.

A ello se suma el hecho de que, distintas instancias que a nivel internacional revisan información, que en otro entorno sería importante, pero pasaría en muchos sentidos desapercibida, hoy cada dato se toma como una señal que ratifica o magnifica la visión que previamente se tiene.

Paradójicamente, para algunos analistas y de acuerdo con algunos datos preliminares, parecería que a nivel mundial la recuperación económica inicial sería más rápida de lo anticipado.

A este optimismo contribuirían algunos datos sobre el control de la pandemia en algunos países asiáticos, los datos de aparente control que muestran algunas economías europeas y la reactivación de algunos sectores de actividad económica, que han permitido, por ejemplo, a la economía norteamericana, restablecer ciertos niveles de operación en sectores como el automotriz.

Estos datos, alimentaron una brusca y en cierto sentido infundada racha de recuperación de algunos indicadores bursátiles como el S&P 500.

Existen otros elementos de información que, para la economía mundial, generan visos de incertidumbre e incluso, en el lapso de unos tantos cuantos días, provocaron una revisión de las estimaciones optimistas en el comportamiento de indicadores bursátiles. Preocupa un potencial segundo rebrote de la pandemia en países que aparentemente tendrían ya controlada la situación sanitaria, lo que genera una nueva incertidumbre que afectó los mercados financieros y particularmente las expectativas hacia ciertas economías emergentes y sus monedas.

Para el caso de México, es evidente que existen factores que a nivel internacional ponen para los inversionistas una perspectiva más negativa para el país de la que vislumbran para el resto del mundo y para otras economías emergentes.

Persiste en la visión de ciertos analistas, un riesgo político asociado a las potenciales decisiones que ya ha tomado y que eventualmente podría tomar el gobierno y que generan señales de incertidumbre para las inversiones futuras en nuestro país. Ello se refleja en una reducción de la calificación de destino de inversiones extranjeras de nuestro país y de una importante masiva de inversiones financieras bursátiles y de los mercados de deuda.

Para otros analistas, existe un riesgo adicional, relacionado con un potencial cambio en ciertos procesos logísticos internacionales que afecten la estructura y dinamismo del comercio internacional. Frente a riesgos de nuevos contagios o incluso frente a la preparación de escenarios futuros de nuevas pandemias, existe la posibilidad cambio en cadenas de suministro globales que afecten la dinámica del comercio.

Resulta preocupante el hecho de que, en la mayoría de los conceptos que comprende el Producto Interno Bruto (Consumo, Inversión, Gasto e Importaciones-Exportaciones netas), las condiciones antes señaladas pudiesen generar afectaciones para los siguientes años, impidiendo recobrar un mínimo dinamismo del crecimiento económico, el cual, aun cuando se diga que no es un dato relevante, resulta fundamental para conocer la capacidad de generación de riqueza que, evidentemente con políticas públicas y una visión fiscal adecuada, propicien una disminución de la desigualdad económica que en el fondo, explica buena parte de los desequilibrios estructurales que han impedido a nuestra economía crecer en las últimas décadas.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.