¿El Covid-19 es el catalizador para dejar atrás el uso de dinero en efectivo?

Autor: Mariana Ramírez

Al inicio de la pandemia, la falta de información sobre la posibilidad de adquirir el virus mediante el contacto con el dinero en efectivo, llevó al aumento en la preocupación de la población mundial sobre su uso. Ello se vio reflejado en la creciente búsqueda en plataformas de internet respecto a palabras como “efectivo” y “virus”, “dinero” y “Covid”, “billetes” y “corona”, etc.

Un artículo publicado por el Banco de Pagos Internacionales, encontró que, en los países con mayor proporción de uso de los billetes de baja denominación respecto a su PIB, el interés en búsquedas sobre esas palabras aumentó. Ese es el caso de Reino Unido, Canadá, Kenia, Jamaica, Francia, entre otros.

Como resultado, en algunos países como Reino Unido, la población se inclinó por dejar de sacar dinero de los cajeros y realizar pagos con el celular o tarjetas bancarias que no requieren contacto directo con la terminal de pago. En otros países como EUA, el inicio de sesión en la banca digital y por celular aumentó 25% anual desde el inicio de la pandemia (mediados de marzo). Además, las transacciones realizadas en la sucursal disminuyeron 20% en el mismo periodo, mientras que el tráfico en sucursales cayó más de 30% en abril respecto al mismo mes del año anterior.

Por un lado, las decisiones de los individuos pueden obedecer tanto a la constancia y contundencia en la comunicación por parte de los bancos centrales sobre los riesgos de contraer el virus con el uso de efectivo, así como a las acciones de dichas instituciones para aumentar la confianza en el uso de billetes y monedas. En esa línea, diversos estudios científicos indican que es mayor el tiempo de permanencia del Covid-19 en objetos de plástico, cartón y acero respecto a los billetes. Adicionalmente, en algunos países como EUA y China, los billetes provenientes de regiones con un número alto de personas contagiadas, pasaron por un proceso de esterilización y fueron resguardados 40 días previo a su circulación.

Por otro, en algunos países ha predominado la preferencia de las personas sobre la tenencia de efectivo de manera precautoria ante un evento de tanta incertidumbre como una pandemia mundial. Asimismo, otro factor determinante es la infraestructura existente en cada país respecto a la digitalización de los medios de pago. En ese sentido, si bien los bancos han invertido en los últimos años en plataformas digitales, sólo en los más grandes éstas son lo suficientemente eficientes para soportar un número relevante de transacciones y usuarios, así como funciones más complejas.

Adicionalmente, en particular para los países en desarrollo con un alto nivel de informalidad, no todos los establecimientos aceptan medios de pago electrónicos y existe una baja confianza de los consumidores sobre el uso de dichos mecanismos de pago. Más aún, el acceso y uso de servicios financieros formales de la población global aún es moderada, por lo que es difícil pensar en una

reducción en el pago con billetes y monedas, ya sea como medida precautoria para la propagación del virus o para aumentar otros medios de pago. Para contextualizar, 1.3 millones de personas en el Reino Unido no cuentan con algún producto financiero. En México, el INEGI reporta que sólo el 68% de la población cuenta con alguna cuenta, un crédito, un seguro o una cuenta de ahorro para el retiro y, que sólo el 13% de los mexicanos no usa efectivo al momento de realizar una compra de productos o servicios por montos mayores a los $500 pesos.

Si bien el Covid-19 puede ser el catalizador para que las autoridades y los participantes de los servicios financieros generen los mecanismos para que se fortalezca la comunicación efectiva, la infraestructura y la confianza de los consumidores en el uso de medios de pago alternativos al efectivo, la baja inclusión financiera es un elemento estructural en la economía que podría tomar más tempo en mejorar.

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