Así ayudará la biometría en la vacunación contra el COVID-19

Cuando Toby Norman estudiaba el posgrado en la Escuela de Negocios Judge de Cambridge a principios de la década de 2010, solía visitar Bangladesh para estudiar su sistema de salud y entender qué era lo que impulsaba a los trabajadores sanitarios de alto rendimiento. Mientras repasaba datos, detectó un problema generalizado no relacionado. Al analizar a los trabajadores de los programas de bienestar materno, por ejemplo, vio que, después de ir de casa en casa para registrar los embarazos, “querían hacer un seguimiento, hacer exámenes prenatales para detectar cosas como anemia y preeclampsia, pero dar continuidad a los pacientes era muy difícil, particularmente en áreas rurales”, cuenta. Las mujeres a menudo no tenían documentos de identidad y, al registrarlas, los trabajadores de la salud que usaban teclados en inglés escribían mal sus nombres bengalíes. Las fechas de nacimiento eran aproximadas o, peor, tan vagas como “nací dos años después de un ciclón”. Norman recuerda: “Le perdimos la pista a muchas mujeres. ¿Se habían mudado? ¿Se habían reinscrito en otra parte? Era difícil saberlo, y por esa razón, los resultados de los pacientes eran mucho peores de lo que esperábamos”.

Hay mil 100 millones de personas sin un documento oficial de identidad, la mayoría viven en Asia y África, y un tercio de ellos son niños, según el Banco Mundial. Esta invisibilidad los excluye de los sistemas de democracia y bienestar social. Los adultos no aparecen en las listas de votantes; los niños no pueden inscribirse en las escuelas; los beneficios sociales no los alcanzan. Y, como Norman se dio cuenta, tampoco los servicios de salud. “No importa si es tuberculosis, VIH o vacunas”, dice. “En todos los casos, el desafío es: ¿puedes saber quién está frente a ti y darle el tratamiento adecuado?”

Para Norman y Simprints, la startup que cofundó en 2015, la respuesta al dilema de la identidad reside en la biometría: en las huellas dactilares o el iris. La precisión de la biometría, afirma Norman, la hace idónea para inmunizar al mundo.

Cuando una vacuna llegue al mercado, será despachada en una de las campañas de salud pública más amplias y complicadas de la historia. Como no todas las dosis pueden producirse a la vez, algunas personas se vacunarán antes que otras. Dependiendo de la vacuna, es posible que necesitemos dos dosis por persona: una inyección preliminar, seguida semanas o meses más tarde por un refuerzo. Tal vez necesitemos vacunas todos los años, como con la gripe. El seguimiento de los pacientes, sus antecedentes médicos y sus vacunas COVID-19 será un colosal ejercicio de mantenimiento de registros.

Con información de El Financiero

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