MAPFRE Economics prevé una contracción de la economía mexicana del 9.6% en 2020

La pandemia del Covid-19 ha generado un shock sin precedentes en la economía global que se ha traducido en una abrupta caída en los niveles de actividad. La aparición de este ‘cisne negro’ va a suponer una reducción del PIB del 90% de las economías del mundo, con efectos asimétricos, condicionados por la estructura productiva de cada país y por las vulnerabilidades económicas y sanitarias de cada sistema. Así lo recoge MAPFRE Economics en la actualización trimestral de su informe “Panorama económico y sectorial de 2020”, publicado por Fundación MAPFRE.



El Servicio de Estudios espera una corrección de la economía mundial, en su escenario base, del entorno del 4.4%, con divergencias significativas entre regiones, lo que ampliará la brecha de la pobreza. En términos de renta disponible, es previsible que a escala global se pierdan las ganancias de clase media realizadas desde el inicio del milenio, en especial en América Latina. No obstante, el apoyo de los bancos centrales y los estímulos fiscales han evitado, según MAPFRE Economics, el colapso económico y, gracias a ello, han mejorado ligeramente sus previsiones respecto al inicio de la pandemia (en el anterior trimestre preveían un retroceso del 4.9%). Para 2021, auguran un repunte de la actividad de entre el 4% y el 5.2%. Eso sí, como incluyen en el informe, “existe la posibilidad en este momento de que se manifiesten riesgos nuevos, que aún son desconocidos, pero que pueden estar motivados por la interacción de los riesgos preexistentes y la crisis activada por la pandemia del Covid-19”.

Este menor pesimismo de cara a 2020 también se refleja en cada una de las economías que analizan. Para el caso concreto de México, los economistas de MAPFRE Economics han revisado su estimación para el crecimiento económico de 2020 al 9.6% (desde el 10.5% del informe previo). Sin embargo, alertan de que la recuperación (se estima del 3.6% en 2021) será “lenta y frágil”, y no devolverá a la economía mexicana a los niveles de 2019 hasta 2023, en el mejor de los casos.

El gobierno ha presentado los presupuestos de 2021 con un tono de austeridad fiscal, proyectando un déficit primario de cero en un contexto de bajos ingresos fiscales y petroleros (por precio y cantidad), por lo que no hay espacio fiscal alguno para mitigar nuevos desafíos de la pandemia. Como el resto de los países de América Latina, la emisión de deuda está siendo la única fuente para financiar medidas de contención económica ante el Covid-19, aunque el gobierno mexicano ha reiterado en repetidas ocasiones su resistencia a elevar los niveles de deuda. Los riesgos para la economía de México están, por un lado, en el contexto exterior de contracción y menores precios del petróleo y, por otro, en el consumo interno que, por la pandemia y el bajo nivel de ayudas públicas activado, se encuentra muy debilitado.

El shock del Covid-19, a pesar de tener una naturaleza global, tendrá, por tanto, efectos diferenciados sobre las economías emergentes, exacerbando la debilidad de aquellas con peores posiciones externas y depreciando sus monedas a lo largo de 2020 y parte de 2021. Además, los países con mayores vulnerabilidades acumuladas son más sensibles al ciclo y a la aversión al riesgo global, lo que añade dificultad a su capacidad de honrar deudas con el exterior, aumentando la percepción de que pueden dar lugar a un default o a una quita implícita sobre la deuda emitida en moneda local (ante devaluaciones progresivas), por lo que las coberturas frente a este riesgo de contraparte aumentan la necesidad de monedas fuertes (USD) presionando aún más las monedas locales y recrudeciendo el problema. 

Para Estados Unidos la caída del PIB podría situarse en un rango de entre el 4% y el 4.5%, lo que supone una notable mejoría respecto al trimestre previo (entre el 8% y el 9.4%). Esto se debe, según apuntan en MAPFRE Economics, a los ingentes estímulos fiscales y monetarios implementados, en una estrategia de monetización del déficit cada vez menos titubeante. En este sentido, hasta la fecha, el esfuerzo fiscal realizado supone aproximadamente el 15% del PIB. Pero como ocurre con todas las economías, las previsiones también están sujetas a un elevado nivel de incertidumbre en función no solo del desarrollo de la pandemia, sino también del resultado electoral de noviembre próximo. “La incertidumbre que ha causado la pandemia del Covid-19 seguirá pesando sobre la confianza de los consumidores y negocios. El alargamiento de esta pondrá a prueba la solvencia de muchos negocios y la fortaleza del mercado de trabajo. En este sentido, se podrá ver un repunte de la morosidad tanto de los hogares como de empresas. De alargarse mucho en el tiempo, podrían producirse daños estructurales en el tejido empresarial, principalmente en los negocios relacionados con los viajes, alojamiento, transporte, hostelería y ocio”, explican.

Por su parte para la Eurozona, los economistas de MAPFRE Economics han revisado su estimación para crecimiento económico de 2020 al -7.6% (desde los -10%), pero con amplios riesgos a la baja como resultado de una recuperación desigual entre sectores y países, precisamente por la especialización de cada uno de los mercados de la Eurozona. “Los riesgos para la economía son, en general, a la baja en vista del repunte de los contagios en toda la Eurozona, las nuevas restricciones a la movilidad y sus efectos en la incertidumbre, en un contexto de ya muy acotado espacio monetario y graves desequilibrios fiscales nacionales”, señalan los expertos.
 

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