Economía digital, impuestos y el futuro de los nuevos negocios en el país – Análisis

Por: Omar López, socio de Base Firma México

La economía digital es un término utilizado para referirse a los nuevos modelos de producción en los que se comercializa, intercambia y se realizan compras de bienes y servicios de manera completamente digital.

En México, este modelo de negocio ha tenido un significativo impacto en el desarrollo de negocios como

  • Mercados digitales multinacionales: plataformas que permiten a los usuarios finales intercambiar y realizar transacciones. 
  • Revendedores: empresas que controlan los precios y asumen responsabilidad hacia los clientes.
  • Integración Vertical: empresas que han adquirido la propiedad de proveedores y, por lo tanto, han integrado el lado de la oferta del mercado dentro de sus negocios.
  • Proveedores de Insumos: en contraste con multidisciplinar plataformas, ellos no son intermediarios e interactúan sólo con otra firma y no con el cliente final. 

Por lo que se estima que para el año 2030 estos modelos de negocios representarán cerca del 80% de la economía nacional. Sin embargo, no sólo México se verá influenciado por esta tendencia, a nivel mundial se prevé que la economía digital se convierta en el principal motor económico de los países.

Ante este panorama, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), ya ha generado avances en la discusión sobre los retos que la economía digital representará en el crecimiento de los países y ha planteado una serie de propuestas que involucran la redefinición de conceptos básicos donde las reglas fiscales internacionales abarquen también a las empresas que se desenvuelven dentro de dicho ámbito. 

Para ello, se deben vencer varios retos entre los que destaca la identificación del sujeto en relación tributaria y la vinculación a una jurisdicción en particular, debido a que dentro de la economía digital, la identificación a los principios de sujeción, como residencia, nacionalidad, fuente o establecimiento permanente resultan extremadamente complejos de identificar.

En México, la legislación aún carece de los elementos y figuras suficientes para poder delimitar correctamente este tipo de actividades. Por ahora, los esfuerzos se han centrado en fiscalizar a aquellos usuarios e intermediarios de las empresas de tecnología digital. Sin embargo, hay un reto aún mayor, fiscalizar las utilidades de los desarrolladores de esas tecnologías que hacen negocios en el país sin necesidad de contar con presencia física.

Por lo anterior, existe una preocupación de las autoridades fiscales, y no solo de México, sino del mundo, sobre la potestad tributaria de la riqueza generada a través de los modelos de negocio de la economía digital. 

Debido a ello, el principal reto es desarrollar figuras necesarias que puedan brindar certidumbre a los contribuyentes al mismo tiempo que permitan a las autoridades fiscales acceder a la potestad tributaria que les corresponde (aunque esto requiera reformular lo que se debe entender por lugar de residencia, origen del capital y derechos tributarios sobre la riqueza generada).

Por lo anterior, deberíamos esperar en primer lugar un consenso entre los países miembros de la OCE y en segundo una modificación en nuestras leyes actuales, incluidos los tratados para evitar la doble imposición con la finalidad comenzar a gravar de manera directa a la economía digital.

En el país, en meses pasados ya hemos visto como se ha diseñado ya el gravamen del impuesto al valor agregado a servicios y consumo a través de plataformas digitales, si bien esta contribución indirecta afecta al consumidor, esto no es la solución ya que la riqueza y utilidades generadas por medio de estos modelos de negocio siguen en la mayoría de los casos libres de impuestos. 

Y es que gravar este tipo de actividades será una consecuencia natural del crecimiento de los modelos de producción y de la actualización necesaria de la fiscalización, sobre todo en los países en vías de desarrollo; ya que es aquí, donde no podemos negar que las nuevas tecnologías han influido positivamente en el aumento y generación de capital, por ende, es indispensable que las autoridades fiscales como herramientas de regulación (en la distribución de la riqueza) estén atentas al diseño de nuevos mecanismos que permitan una correcta tributación.

 

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