Cinco días después de una serie de manifestaciones antigubernamentales en Cuba que fueron contrarrestadas por la policía y simpatizantes de la revolución y una autocrítica del presidente Miguel Díaz-Canel -con algunas medidas de alivio-, la nación caribeña luce aparentemente calma. Pero muchos se preguntan, ¿hasta cuándo?
Mientras, plazas y parques seguían el viernes tomados por simpatizantes del gobierno con banderas, la custodia de policía uniformada había disminuido y la circulación de vehículos y personas se normalizaba; el servicio de datos móviles de internet -que las autoridades cortaron el domingo- se mantenía intermitente o con muchas páginas filtradas.
“Hay un desgaste político y social… Hay mucho disgusto, se debe hablar más, hacer más cosas y las que se hicieron mal que se rectifiquen”, dijo a The Associated Press, Abel Alba, un ingeniero civil de 50 años. “El presidente ha querido pasarle un poco la mano a la cosa (suavizar)”, agregó el hombre para quien el gobierno esperó “demasiado” para escuchar los reclamos de la gente en las calles.